CONOCIENDO A MEDIO PUEBLO DE ARBUJUELO

|

La primera vez que vine a Arbujuelo me volví enamorado. Este pueblo tiene algo que atrapa corazones y la luz de tus ojos no vuelve a ser la misma cuando se acaba la visita dejando Los Tolmos a tu espalda. Hay que marcharse sin mirar atrás, porque en cada recuerdo, te arrepientes de no haber estado más. Por eso, tras recoger unas cuantas trufas con Luis y Eduardo, como queriendo volver a sentir aquello que nos hizo eternos la primera vez que nos rozó su beso, nos bajamos a dar un paseo y revisitar este cuento de hadas que dice ser un pueblo, rodeado de aguas y fuentes, con un autobús inglés en medio. 

En nuestro paseo, cuando empezamos ya a no distinguir verdad de cuento, sorpresa: más habitantes de Arbujuelo que nos devuelven a la realidad. Parece que este pueblo te da lo que necesitas en cada momento. Nos encontramos con Lucía Fernández, que sale a dar una vuelta al sol con su bebé recién nacido y de ojos azules más que el cielo. Ella es de Medinaceli, pero realmente es del mundo entero. Ha vivido por toda Europa, tiempo en el que ha desarrollado la capacidad para trabajar por nuestros pueblos. Es experta en generar proyectos de desarrollo rural para la Unión Europea y decidió, hace siete años, venirse al Alto Jalón para hacerlo en su terreno. 

Arbujuelo, el pueblo de la casa de Lucranjo y sus originales atrapasueños, el Jardín de la Creatividad y los riachuelos y fuentes que encuentras a cada paso, ahora es también un lugar de emprendimiento sostenible, de recuperación de pueblos mediante técnicas de bioconstrucción, de restaurante con huerta ecológica y de proyectos para ayuntamientos que quieren hacer programas educativos relacionados con todo esto. La luz, el sonido del agua que te hace sentir el silencio, el valle que te atrapa... algo de todo esto tiene que ver para que en este lugar aparezca gente que quiera quedarse a vivir y luchar en este sueño. Se adivina potencial en Arbujuelo para todo el que quiera abrir los ojos y pormoverlo.

En nuestra primera visita no vimos a nadie más, lo cual tuvo su magia, pero este ratito que pasamos con Lucía merece tener excusa para volver de nuevo. Antes de irnos nos cruzamos con Julio, que nos va a mandar un montón de fotos para que podamos conocerlo. Otro arbujuelano más. De los ocho que viven en la localidad ya conocemos a la mitad. Nos van a tener que invitar a las fiestas del pueblo. De momento, volveremos muy pronto a hablar con Lucía y que nos cuente su proyecto.

   ARBUJUELO Y EL SOMBRERERO LOCO

Comentarios