EMBID DE ARIZA POR LOS ANTIGUOS CAMINOS (parte I)

|

Portada0


Tal vez a alguno de nuestros lectores les llame la atención que no siempre existió la carretera que une Cetina con Embid de Ariza. Esa carretera tan sencilla, y que fue inmortalizada por los creadores de “Los Años Bárbaros”, película de Fernando Colomo, en la que los protagonistas tienen un accidente de coche y tienen que parar en la Casa de la Vega para esperar a su reparación. Los que hayan tenido la suerte de haberla utilizado para viajar a tierras castellanas habrán podido observar en todo momento que como si de una carrera se tratase, el río no deja de separarse de su mano derecha hasta la llegada a Embid, donde lo cruza un puente para colocarnos en la otra margen. Y así ha sido siempre, al menos desde el año 1916 que es la primera mención que tenemos de la existencia del túnel (1), en el kilómetro 14, en la falda sureste del Coscorinal, al otro lado del barranco del Castillejo (ojalá algún afortunado lector nos documente la creación del túnel, que por ahora desconocemos). Estas modernidades automovilísticas que aparecen a principios del siglo XX fueron el propósito innegable de la apertura de carreteras, autovías y motivo del desuso de los caminos de las caballerías, y de los pobres caminantes. Por ende debemos mirar unos cuantos años más atrás para comprobar gracias al ímpetu de Pascual Madoz e Ibáñez, Ministro de Hacienda, y el cartógrafo Francisco Coello de Portugal, en describir al detalle España y sus posesiones de Ultramar. En el plano de la Provincia de Zaragoza, del año 1853, encontramos claramente especificado el camino que discurría entre Embid y Cetina, en una línea de puntos que quiere indicar los caminos de herradura o sendas. Comienza en el puente de Cetina sobre el río Jalón, construido con grandes sillares de piedra y formando un total de cinco arcos con una frecuencia alterna. A continuación el trazado es similar al actual hasta el kilómetro 21, por donde baja a coger el Camino  de la Fuente del Sapo que discurre por el yacimiento magdaleniense, paralelamente al abrigo de la Peña del Diablo y nos invita a imaginar como vivían las últimas culturas del Paleolítico en esta tierra. Al terminar la Peña, volvemos a coger el trazado de la carretera actual hasta llegar a La Casa de la Vega,  mayorazgo del Señorío de Ariza, fundado por Enrique Palafox y Rebolledo a principios el siglo XVI. 


Coello2

Plano de Coello


En aquel camino de 1853 acababa de nacer, en La Casa de la Vega, D. Francisco Íñiguez e Íñiguez, renombrado astrónomo, gran científico y director del Observatorio Astronómico de Madrid en 1899. Dice un anuncio de 1863 que en buen camino para carruajes existe la propiedad de La Casa de la Vega que riega con aguas del Río Henar, 501 hanegadas (*1) de tierra blanca de excelente calidad, algunas de ellas pobladas de árboles de las más exquisitas frutas, viñedo, nogales y otras 70 hanegadas de tierra blanca de pan llevar. Dos dehesas que circunvalan toda la finca perfectamente pobladas de encinas y romeros. En el centro existen una iglesia capilla, casas, graneros, bodega, lagares, prensa, fábrica para sacar aguardiente, horno de pan cocer, pajares, eras de pan trillar, palomar, corrales, fábrica de teja y ladrillo (2). Atrás dejamos este extenso caserío para, a continuación, coger el camino que se desvía al río y en donde el plano de Coello nos indica que debió existir un puente, lamentablemente las sucesivas y fuertes riadas que se han sucedido a lo largo de los años debieron derribar en más de una ocasión cualquier intento de construcción.  


Pacheco1

Foto del cuaderno de Hernández-Pacheco.


Tras atravesar un amable paseo sombreado por espléndidos seudoplataneros llegamos hasta el gran Rebollo, un impresionante quejigo centenario. Francisco Hernández y Pacheco, científico y doctor en Ciencias Naturales refleja en su cuaderno de campo el “Gran Roble” y algún detalle de la Casa de la Vega mientras en 1945 hacía un estudio hidrogeológico de la cuenca del Henar (3).  A partir de este punto el camino discurre por esta otra  margen del río hasta el mismo pueblo de Embid. Atravesaremos Carracetina, y el Marcegal, hasta llegar al peirón (*2) de Santa Bárbara que nos anuncia que la villa está cerca. Son topónimos muy ocurrentes, el primero nos describe el camino que lleva a Cetina, el segundo, el marçegal nos habla de una zona llena de masiegas, compuestas por plantas en una zona húmeda que se utilizaban como combustible para hornos de yeso o cal, muy próximos, en las Aljeceras, que eran antiguas minas de aljez, el mineral de yeso. Casi pasan desapercibidos los restos de un castillejo de origen árabe, de época Taifal, que sirve de apoyo para un colmenar más moderno aunque viejo que se alza a nuestra derecha, con parte de un muro corrido levantado con mampostería irregular de piedra caliza que tiene como refuerzo un cubo macizo de planta semicircular, enclavada en la roca bajo la Peña del Medio Día. Sin duda estamos ante un camino real, ruta importante entre Aragón y Castilla. El paisaje se abre de repente y contemplamos la extensa y fértil huerta con las casas de Embid al fondo y el castillo sobre ellas, imponente, esperando nuestra llegada. No sin antes cruzarnos con una curiosidad geológica que se nos presenta al pie del camino, un plano de falla que da origen a altos paredones denominados “El Frontón”, en materiales calizos que buzan fuertemente hacia el Este (4).

 Pacheco2

Fotografía de Hernández-Pacheco.


A pocos metros por delante pasaremos por la actual ermita de la Virgen de las Angustias, seguida por la vieja ermita del mismo nombre hasta llegar a los primeros corrales previos al núcleo del pueblo para encontrar un segundo peirón en la entrada y llegar a la plaza principal, por detrás de la iglesia. En el plano de 1916 y en el catastro de 1945 (5) podemos ver que también existía la continuación del camino principal a Cetina por la totalidad de la margen izquierda del río Henar, también llamado camino de la Vega y Camino de Alhama. Hoy se interrumpe en el paraje de Majanares por tierras arables, pero inmediatamente se vuelve a descubrir paralelamente al río pasando por otro que contuvo una fortificación árabe, El Castillejo, ya en término municipal de Cetina y que nos vuelve a recordar la importancia de este paso.

Sin lugar a dudas, es un camino que nos descubre la historia, a través de la arqueología y la cultura, nos devuelve también información a través de la geología, muy rica en todo el trayecto y que profundizaremos en otros artículos, pues merecen una atención especial.


Jorge Mariscal

Asociación Historico Cultural de Embid de Ariza


(1) Plano de la Provincia de Zaragoza, Instituto Geográfico y Estadístico, 1916-1917

(2) Diario Oficial de Avisos de Madrid, 24-11-1863

(3) Cuaderno de campo del viaje por Soria y Zaragoza, Fco. Hernández-Pacheco, 1945, CSIC

(4) Estudio hidrogeológico de las termas de Alhama de Aragón, Fco. Hernández-Pacheco, 1954, ARAF

(5) Mapa nacional Topográfico Parcelario, Instituo Geográfico y Catastral, E. de Ariza, 1945

(*1) Hanegada o Fanegada, corresponde aproximadamente a unos 6.400 metros cuadrados

(*2)  Peirón, del latín vulgar pilare, hito o mojón que se pone para señalar los caminos. También de pagus: “aldea”, conteniendo alguna imagen y que se halla únicamente a la entrada de las aldeas


Comentarios