EMBID DE ARIZA, ARGENTI ET CUPRUM

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Foto.- Juan Fco. Mariscal 


¿Saben ustedes que existe un lugar en Embid de Ariza que cruza un regato entre cerros de carrascas donde se encuentran metales preciosos y otros tesoros propios del deseo de griegos y fenicios?

Cuando era pequeño, me gustaba sacar algunas de esas reliquias minerales que seguro muchos guardan en casa, piedras simpáticas, algún fósil y minerales llamativos, pues bien entre las mías se encontraba una piedra de lo más singular que mi padre nos había traído de alguna de sus excursiones por Embid. Una piedra de cuarzo blanco salpicada de manchas azules y verdes de lo más exótica, realmente bonita. De repente ese recuerdo volvió a aflorar, hace unos años, cuando me entró de nuevo ese gusanillo de reconstruir nuestra memoria, ese de cuando se nos queda algo en la reserva de la nostalgia, y una idea se fijó de repente, ¿podría encontrar el lugar dónde mi padre, al que ya no podía preguntar, había encontrado este tesoro? A simple vista, parecía cuarzo con malaquita y azurita, que suelen ir asociados y para aquello que no lo saben, en estos minerales se encuentran en depósitos oxidados de cobre y se utilizan para la extracción de este elemento, así que lo tenía más o menos claro, debía encontrar una mina cobre.


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Echando mano a la historia, y las fuentes documentales, descubrimos que existen vestigios de minas de ciertos metales, como la plata, el cobre, el plomo, y el hierro, entre otros, en la zona próxima a Embid, sabemos que al menos en el año 1650, Juan Francisco de Palafox y Blanes, Marqués de Ariza, explotaba unas minas que había descubierto en el término de Villalengua. (0). Que también existen despachos del consejo de Aragón a Antonio López y Franciso Sánchez para explotar una mina de metal campanil en el Monte del Cerro de la Plata, en Villalengua en el mismo año. (1) Pero no es hasta 1788 cuando Miguel Monterde y López de Ansó nos dice que en la dehesa de Ordules, donde llaman el Picazo, en Embid de Ariza, hay varios socavones de los cuales es tradición haberse sacado mineral de plata. (2)

Existe un auténtico punto de inflexión en la minería española, el 14 de abril de 1849 se publica la primera Ley sobre la minería, que cambia en parte el modo de aprovechamiento del subsuelo. En su artículo 7º encontramos lo siguiente: “Todo español o extranjero puede hacer libremente exploraciones o investigaciones para descubrir los minerales de que habla el artículo primero (metálicas, combustibles, salinas o piedras preciosas) ya sea en terrenos realengos, comunes o de propios, ya de dominio particular, siempre que estas operaciones se limiten a meras calicatas”. De esta manera es de imaginar cuantos aventureros probarían suerte tratando de encontrar esos apreciados metales que hasta entonces era de dominio real o estatal,  como si fueran Plinio buscando en la Bilbilis ya romana.

Y con motivo de esta nueva ley, en 1853, Santiago Gil, presidente de la Junta Directiva de la sociedad La Unión, formada por vecinos de Ateca en 1845 para la explotación minera, ya era propietario de la mina de Plomo “La Diligente”, en el Regatillo de Embid de Ariza y que se encontraba entre los cerros La Atalaya y La Pelona. (3)


Como imaginarán la toponimia de los parajes, cerros y barrancos no siempre es fácil de localizar en la cartografía actual, a menudo, escasa e indeterminada. Aunque afortunadamente, se conservan varios de los registros mineros de la zona, entre 1892 y 1914 para el mineral que nos interesa, con alguno de los planos que coinciden con la topografía actual y que han servido para determinar el nombre de los cerros actualmente.


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Podemos encontrar minas de cobre con nombres como “Rita”, “Olvidada”, “Segunda Milagros” y “Tranvía” para cobre y plomo, y por último “La Purísima” para hierro en los parajes que recorre el río Regatillo, llamado Monegrillo fuera del término. (4)


El registro minero de la mina de cobre “La Purísima”, nos muestra un mapa topográfico muy interesante, ya que nos hace referencia a la Dehesa del Marqués (de Ariza), el Alto de Peñas Blancas, el Morrón del Hocino y el barranco del Regatillo entre otros. Los que me conocen saben que adoro la etimología pues nos aporta una rica información sobre los parajes y sus usos. Peñas Blancas hace referencia a la gran cantidad de cuarzo blanco que encontramos en todo el cerro, verdaderamente llamativo si han caminado por este monte, oculto por los bastos bosques de carrascas, aportándonos la clave fundamental por la relación que existe entre este mineral y el cobre, pues suelen ir emparejados. No hay demasiada información concreta de la mina, pero nos nombra una “Mina vieja” que tiene cierta profundidad y galerías. Cada registro minero aporta una plantilla de pertenencias, que son las cuadrículas con derecho a explotar y que tienen aproximadamente 100 metros de lado, por lo que entenderán que no es sencillo encontrar la boca de una de estas minas y uno debe valerse de cierto estudio previo. Pero ahí estábamos mis hermanos y yo, hará tres años persiguiendo mi quimera, y explorando una nueva ruta gracias a estos curiosos planos, con cobertura en mano y con la mente bien abierta por barrancos del río Regatillo, hasta que por fin, de una patada, empezaron a aparecer esos simpáticos minerales salpicados de manchas azules y verdes que en nuestra memoria se habían grabado y que nos decía, nuestro padre pasó por aquí.


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Son varias las minas que podemos encontrar en este paraje, las que encontramos las hallamos cerradas,  más bien sepultadas, no teman, pero con una clara evidencia de su uso minero, con amplísimas escombreras del material desechado. El geólogo A. Gutiérrez Maroto nos aporta un estudio muy concreto sobre las distintas mineralizaciones que se pueden encontrar en Embid de Ariza, como la exudación de cuarzo abundante y muestras en distintos perfiles con elementos como Plomo, Cobre, Zinc, Plata y Antimonio. (5). Nos aporta una información muy interesante, no sólo para localizar las minas pues nos dice que existen tres antiguos pozos con una profundidad de 7 metros y otros seis indicios mineralizados,  sino también para entender el origen de las que pudieron existir en todo este paraje, entre Embid y Villalengua, al que invito al lector descubrir en sus exploraciones vacacionales.


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(0) Ariza, de Villa de Realengo a Señorío, Joaquín Melendo Pomareta, 2007

(1) Apuntes para una Biblioteca Española, Eugenio Maffei y Ramón Rua Figuera, 1872

(2) Ensayo para la descripción geográfica, física y civil del Corregimiento de Calatayud, 1788, Centro de Estudios Biltilitanos, Miguel Monterde y López de Ansó. Centro de Estudio Bilbilitanos, IFC, 1999

(3) Pasado y presente de la Muy Ilustre Villa de Ateca, Jesús Blasco Sánchez, 2010

(4) Mina La Purísima, n.º 0346. Embid de Ariza, 1897, Archivo Histórico Provincial de Zaragoza


(5) Factores que controlan la localización de las mineralizaciones en Embid de Ariza y Pardos, A. Gutiérrez Maroto y G. Monseur. Soc. Esp. Mineralogía, Vol. 2, 1981.



Jorge Mariscal. Asociación Histórico Cultural de Embid de Ariza

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