ESTADO DE SERENIDAD

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Decae el Estado de Alarma y con él las restricciones de movilidad y toque de queda, que se marchan para que lleguen a nuestra tierra los visitantes que tanto esperan los negocios de la zona. La apertura de fronteras y el alto porcentaje de vacunación en las personas mayores invitan a los de casa y a los de fuera a bajar de sus balcones y adueñarse de la calle, de los bares y de las tiendas. Como si ya no pasara nada, celebramos el cese del Estado de Alarma con todo menos con un Estado de Serenidad. No se ha acabado la pandemia, pero vitoreamos la ausencia de papá dándonos indicaciones y, como adolescente que piensa con la entrepierna, montamos una fiesta en todos los rincones. ¿Qué vendra después de esta? Confiaremos en las vacunas y en la suerte, porque viendo lo que vemos en la tele, no hay más posibilidades de que no nos ahoguemos con la siguiente ola. Es el momento de demostrar que no necesitamos que el 'Estado papá' nos dé lecciones y que podemos respetar que hay una enfermedad que nos puede hacer pagar muchos peajes a modo de secuelas, si no es que se nos lleva por delante.

Para lo que sí parece que está todo el mundo concienciado es para protestar contra la intención de que paguemos peajes por utilizar las autovías. Es lo que nos faltaba en la España Rural para ayudar a luchar contra las despoblaciones. Si nos van a cobrar cada vez que tengamos que movernos a la capital para hacer unas gestiones, nos obligan a trasladar nuestra vivienda. En lugar de poner condiciones y ventajas fiscales para repoblar, siguen empeñados en legislar en contra de lo que nos cuentan como intenciones en algún programa electoral o en un mitín pre elecciones. Va llegando la hora de decir "basta ya" y exigir que no nos hagan pagar de nuevo algo que ya estamos pagando. Esta medida va a perjudicar a los productos que salgan y lleguen a nuestros pueblos. Vamos a pagar de más para solventar malas gestiones. Además de por usar cada kilómetro de nuestras carreteras, soportaremos una subida de precio de todo aquello que no produzcamos en nuestra huerta y lo vamos a hacer por igual ricos, pobres o de clase media, de esos que casi no quedan. Una subida de impuestos más que no se aplicará a los que más tengan y que afectará a la competitividad de los productos de nuestro campo y explotaciones ganaderas.

Como ganado en ocasiones nos comportamos, pero en otras te llevas sorpresas que te animan a seguir peleando por mejorar nuestra comarca. Después de casi seis meses a los mandos de esta 'barca' que es El Alto Jalón, remamos sin desaliento en favor de la lucha contra la despoblación. Y lo hacemos porque vemos que la vida aquí es mejor y solo nos falta que no nos den por muertos, que los servicios que tenemos no se marchen y que nos surtan de elementos iguales a los que tienen en las ciudades para mejorar nuestra competitividad. Solo pedimos igualdad de oportunidades mediante una discriminación positiva que venga a equilibrar el desequilibrio que nos han provocado antes. La vida rural sostiene este país, que está pasando de ser productor ganadero y agrícola a ser sirvientes. Tener que pagar más por transportar nuestros productos los encarece. Sin un ventajoso régimen fiscal, con zonas oscuras de conectividad a Internet y telefonía móvil y con unas administraciones empeñadas en no cambiar nada mientras abren la cartera a los Fondos de Europa, los préstamos del viejo continente los pagaremos, de nuevo, con la pérdida de poder adquisitivo de las personas y capitalizando nuestro futuro, que se ve abocado cada vez más a poner copas a alemanes e ingleses en chanclas, calcetines blancos y rojas pieles.

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