Decía el Gran Cervantes
que era un tipo muy ducho:
“el que lee mucho y anda mucho,
ve mucho y sabe mucho”.
Y ahora cuando leemos,
no sé si realmente aprendemos
pues todo lo cuestionamos:
hasta el género de los “palabros”.
¿Por qué la silla es femenina?,
¿por qué el radiador es masculino?;
confundimos lenguaje con sexo
y todo lo volvemos complejo.
Visigodas y visigodos,
periodistas y periodistos
si Cervantes levantara la cabeza,
seguro que nos mandaría a la mierda.
Pensad en los niños, pobres,
cuando se estudien los pronombres
yo, tú, el, ella, elles,
nosotros, nosotras, ¿todes?
Conseguir una sociedad igualitaria
es una lucha necesaria,
pero la lengua no es el arma...
¡y no paramos de maltratarla!
Así que, por favor,
basta de estupideces,
que bastantes problemas hay hoy
como para fijarse en esas sandeces.
Lo mejor es que se creen muy modernos
cuando eso lo inventó mi madre:
que cambiaba las palabras de género
para decirme “que te calles”:ç
“Ni pera, ni pero”,
“ni mota, ni mota”...
hasta que madre no seas,
no hables como un idiota.
JALON
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