HISTORIA DE MEDINACELI EN LA CARPINTERÍA CENTENARIA DE LOS ALCÁZAR

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En Medinaceli se conserva una carpintería centenaria que cuenta, a través de sus herramientas y maquinaria, la historia y la evolución de un oficio que mantuvo en pie a tres generaciones de una familia, la del abuelo Felipe Alcázar, y que ahora uno de sus nietos, Pedro, quiere recuperar y poner en valor para contar, a través de sus propios recuerdos, la historia de una zona como la vertiente soriana del Alto Jalón.

El abuelo de Pedro, Felipe Alcázar Gil, nació en 1885. Aprendió el oficio de carpintero de su padrastro, del cual se dice que no le trataba demasiado bien, y a la mayoría de edad se marchó de casa hacia la zona de Radona. Prácticamente con una mano delante y una detrás, con apenas un saco de paja y unas cuantas herramientas, viajó de pajar en pajar, alternando trabajos en el campo con engargos de carpintería. Si en aquel momento le hubieran dicho que iba a ser dueño de una próspera carpintería en Medinaceli, seguro que Felipe no se lo hubiera creido.

Aquel mozo cargado de ilusiones por hacer una vida, viajando por las Tierras de Medinaceli, conocería en Radona a Elogia Soria Golbano, con la que se casaría y emprendería una vida en la que prosperar y crear una familia fueron sus principales objetivos. Así, se montaron en un burro con sus pocas herramientas a Alcubilla de las Peñas, donde montó su primera carpintería. El esfuerzo del abuelo de los Alcázar, que era capaz de ir andando hasta Soria a por materiales para su primer taller, pronto se vio recompensado con reconocimiento por su trabajo.

En Alcubilla tuvieron dos hijos, con los que se trasladaron a Layna, donde un familiar les había dicho que el carpintero había muerto y había dejado libre la carpintería. Allí, contando con madera "de estraperlo" de los montes que entonces eran del Duque, el negocio se hizo próspero. Las noches en la carpintería de los Alcázar eran de reunión entorno al fuego y el puchero del café hasta el amanecer con los leñadores que traían al abrigo de la oscuridad la madera y marchaban con las primeras luces al disimulo de venir de hacer labores en el campo.


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Eulogia Soria y los tres hijos de su matrimonio con Felipe Alcázar Gil (derecha)


Unos años antes de la Guerra Civil, la familia se trasladó a Medinaceli, ya con tres hijos, el último nacido en Layna, a los que enseñó en Medinaceli el oficio en su nueva carpintería del barrio de la Estación. Al pie de la hoy antigua Nacional II, los alcazar vieron llegar la guerra y sufrieron sus consecuencias acusados de republicanos. Visicitudes de la guerra y la posguerra, que nos cuenta Pedro, nieto de Felipe Alcázar. Como nos cuenta Pedro, "mi tío mediano subió a Salinas y otros pueblos montado en un camión de ferroviarios de Arcos y alguien lo denunció".


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Tras la guerra, Felipe y sus tres hijos continuaron trabajando en el taller. Fueron años de compra de maquinaria diesel y de herramientas para modernizar el trabajo. En 1958 moriría el abuelo Alcázar, dejando al cargo de la carpintería a los tres hermanos. Felipe Alcázar Soria, el mayor de los tres hermanos, padre de Pedro, acabaría quedándose solo en la carpintería en los años 60. El mediano, cuya acusación de republicano le sacó del frente de Teruel para "probablemente salvarle la vida", señala Pedro, montó una carpintería que fracasó en Esteras y acabó muerto tras recibir una bala en un atraco en la gasolinera de Medinaceli, donde trabajaba. "Del disparo salió bien, pero le pegaron la hepatitis con una transfusión y acabó muriendo por el hígado", explica Pedro. El pequeño se marchó a Zaragoza, donde hizo su vida.


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Motor diesel de 1929


Felipe Alcázar "junior" continuó trabajando en la carpintería de Medinaceli hasta 1979, cuando se jubiló. Pedro y sus hermanos no continuaron con su labor, pues su padre les inculcó que debían estudiar y salir fuera. Pero ahora Pedro, en memoria de su familia, se empeña en conservar este taller centenario repleto de historia. Nos enseña un taller-museo digno de exponerse y abrirse al público para llevar a los colegios y enseñarles los oficios que había en nuestros pueblos. "Yo se lo cedería todo al Ayuntamiento para que lo expongan, solo tienen que llevárselo y montarlo tal cual", nos dice reclamando que "por cuatro duros se podría colocar en otro sitio y yo lo donaría".

A la espera de poder cumplir su sueño de que "se meta la Diputación o la Junta para montar un museo", Pedro conserva la historia de su familia y del oficio de carpintero en su original taller de finales de los años 20 del siglo pasado y lo enseña orgulloso junto con documentación y fotos de su familia trabajando. Un cachito de historia del Alto Jalón en el barrio de la Estación de Medinaceli .


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Pedro Alcázar enseñando el funcionamiento de la carpintería de su padre y de su abuelo.


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