CON MEDINACELI EN EL OBJETIVO

La semana pasada nos pusimos las botas para caminar por el Jurásico entre limburgitas y afloraciones de lava en Nuévalos. La vertiente zaragozana del Alto Jalón guarda vestigios de una erupción volcánica que, aprovechando la actualidad de La Palma, hemos puesto en la palestra para conocer un poco de nuestro pasado geológico, hace aproximadamente 180 millones de años. Carlos Galé nos hizo de anfitrión prestándonos su trabajo de documentación sobre la antigua roca descubierta en mitad de campos de labranza allá por el siglo XIX.

De pasado en pasado, y tiro porque me toca, nos trasladamos este domingo a la vertiente soriana, a uno de los pueblos con más historia conservada de toda nuestra comarca. Hoy #MePongoLasBotas en Medinaceli para, a través de los objetivos de las cámaras de los socios de la Real Sociedad Fotográfica, descubrir otras miradas de este pueblo con memoria romana y musulmana que han pisado, desde El Cid Campeador hasta Almanzor, todas las más importantes personalidades de España.

La Real Sociedad Fotográfica, histórica asociación para la difusión y promoción de la fotografía como medio de expresión artística, ha traído a Medinaceli a una veintena de sus socios que, con sus cámaras, han captado los lugares más emblemáticos de la villa, sus rincones, sus casas de piedra, la Muralla, el Castillo, el Arco Romano, el Palacio Ducal, la Plaza Mayor... Descubrir otra mirada de Medinaceli a través de estos amantes de las instantáneas, nos acerca a la mirada de las decenas de visitantes que pasean el pueblo cada fin de semana.

El Palacio Ducal, donde la Fundación DEARTE ha recibido a sus invitados esta jornada, ha sido lo primero en visitar. Es preciso recordar ahora la labor de difusión y dinamización que se hace desde este centro de creación, exposición y espectáculos. Miquel Tugores, su presidente, nos ha paseado por sus salas de exposiciones de arte contemporáneo y por las estancias que relatan la cantidad de monumentos históricos que podemos visitar en el pueblo. El patio renacentista y sus arcadas, la cúpula instalada para poder acoger funciones musicales, de cine y de teatro, el piano de cola, las butacas preparadas para los espectáculos de cada fin de semana... todos los elementos eran válidos para afliar las cámaras y apretar el disparador en busca del mejor encuadre en un lugar donde no hay fotografía "mala". Todos, incluso yo que ya lo tengo muy visto, hemos quedado impresionados con la cantidad y calidad de las obras de arte que allí aguardan a que todos podamos visitarlas.

La ciudad del cielo, como los romanos la llamaban, nos ha descubierto esta mañana una Colegiata de Santa María que rascaba con su torre las nubes bajas. El Castillo, en el extremo occidental de la Muralla, reclamaba después a los fotógrafos, que expondrán su trabajo de la mañana en una sala del Palacio. La Plaza Mayor, las calles empedradas, este y aquel rincón... los disparos de fotografías sonaban en la mañana en cualquier rincón de Medinaceli, donde no habrá quedado nada que no haya sido objetivo de los fotógrafos.

Y por supuesto, no se han olvidado de la joya de la corona, el Arco Romano, único de tres vanos existente en España. Tan solo los fotógrafos no han podido visitar el recientemente extrenado museo de La Alhóndiga, cuya puerta estaba cerrada y no se nos ocurrió pedir las llaves en la Oficina de Turismo, donde las guardan.

Durante la mañana, a todos nos ha llamado la atención la constante llegada de visitantes a la Villa, que prácticamente completaban el aparcamiento de la entrada del pueblo de coches y autocaravanas, mientras las terrazas de los restaurantes se iban llenando de comensales según avanzaba la jornada. 

Son miles los visitantes que llegan a Medinaceli cada mes ávidos de conocer la historia de nuestra comarca, que es también la historia de España. Una pena que ningún guía local les acompaña para que puedan aprender algo más de lo que este pueblo guarda... Quizá haya negocio aquí para alguien que tenga ganas... 

Por suerte para los socios de la Real Sociedad Fotográfica, a ellos les ha acompañado Miquel, que aunque es mallorquín de nacimiento, sus más de 15 años de vida y lucha, en y por Medinaceli, le avalan para enseñar y explicar mejor que nadie su pueblo.

Pasear por la villa de Medinaceli provoca sentimientos. Parece que sus calles gritan el paso del tiempo y trasladan al viajero a momentos históricos que han marcado el devenir de la sociedad occidental actual no solo de España, sino de toda Europa. Puente de civilizaciones, Medinaceli nos despide, como a todo turista, con su gastronomía, pero eso ya la contaremos la próxima semana. Avanzaros que hemos comido también un cachito de historia. No en vano, 60 años avalan la cocina del Restaurante Duque, que os contaremos la próxima semana. A nuestros amigos de la RSF los hemos dejado comiendo en La Cerámica, cuya apuesta por la cocina de kilómetro cero tiene también mi promesa de un reportaje. La extensa y diversa hostelería del pueblo vive gracias a su buen hacer y al reclamo que el patrimonio conservado permite ejercer. Ejemplo este pueblo de lo que se puede conseguir si apostamos por lo nuestro.

La semana que viene, como os cuento, andaremos poco pero nos pondremos las botas como más me gusta hacer, comiendo. Os espero. Hasta el próximo domingo altojaloneras y altojaloneros.