Torrijo de la Cañada volvió a vivir este fin de semana una de sus noches más especiales con la Ronda estival, un pasacalles que cada año reúne a vecinos y visitantes en torno a la música, la memoria y la convivencia.
La cita comenzó a las ocho de la tarde con un emotivo homenaje a los fallecidos, un momento cargado de sentimiento que dio paso a horas de música y alegría recorriendo casi todos los barrios del municipio. Hasta la una de la madrugada, las calles se llenaron de aplausos, sonrisas y emoción compartida, en un itinerario en el que no faltaron las mesas de avituallamiento preparadas con esmero por los vecinos, convertidas en auténticos altares de hospitalidad.
Uno de los momentos más conmovedores de la jornada se vivió cuando la Ronda visitó a quienes no podían salir de sus casas, acercando hasta sus puertas la música y el calor del pueblo entero. Un gesto sencillo pero profundo, que demuestra que este pasacalles es mucho más que una tradición: es un acto de unión y de afecto colectivo.
La Ronda está formada íntegramente por vecinos de Torrijo, lo que constituye su mayor valor. Con dedicación y tesón, ensayan durante semanas para regalar a su pueblo una noche irrepetible, que cada año se convierte en el reflejo de la identidad torrijana. Su compromiso es recompensado con el cariño y la emoción de un pueblo que se reconoce en cada acorde y en cada copla.
Concluida esta edición estival, la mirada ya está puesta en la próxima cita: la misa baturra de los Santos, que se celebrará en septiembre y que promete volver a reunir a toda la comunidad en torno a la música y a las raíces que mantienen viva la tradición.
JALON
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