Según mi abuela, el uno de noviembre, el Día de Difuntos para nuestros antepasados, significaba un día de respeto y oración hacia los fallecidos e incluso de terror a las imágenes de la muerte y la guadaña. Hemos pasado de manifestar nuestro respeto y oraciones, además de la tristeza que acompañaba a los vivos en esos días, a reírnos de los esqueletos. Durante años, el temor a la muerte, se ha mantenido hasta poco a poco convertirlo en un día de diversión y risas, donde cualquier disfraz (representando la antaño dolorosa y temible muerte), por muy tétrico que pueda parecer, se ha convertido en motivo de risas, fiesta y diversión al que se le ha perdido todo el respeto y miedo, a algo tan importante e inevitable como es la muerte.
Irene Sánchez y Maruja Gallego
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