DEJÁNDONOS FLUIR POR CIMBALLA

Vistas de los 'Ojos del Piedra' con Cimballa al fondo.

Después de no salir de excursión durante dos semanas seguidas, volvemos a alimentar esta sección que pretende poner en valor el patrimonio natural, cultural e histórico del Alto Jalón. Tras nuestro aniversario y, la semana pasada, volver a publicar la visita a Arcóbriga en la previa a su visita más multitudinaria, el pasado lunes, esta semana #MePongoLasBotas para visitar los Ojos de Cimballa o del río Piedra.

Cogemos la carretera en dirección a Nuévalos y Molina de Aragón en una tarde de finales de otoño en la que el viento ya nos va avisando de que el invierno acecha. El cielo, medio nuboso, parece que no amenaza lluvia, pero por si acaso, nos daremos prisa en llegar a nuestro destino, el pueblo de Cimballa. Pasados unos kilómetros del Monasterio de Piedra encontramos el desvío que nos llevará, tras dejar a un lado Llumes siguiendo el cauce del río, a este pequeño pueblo de menos de 100 habitantes, resguardado entre montañas y enfrentado a su castillo del s.XII, del que quedan todavía unos muros desafiando al tiempo.

La salida de agua de los 'Ojos de Cimballa' hacia el río Piedra. Al fondo, el Castillo del s.XII

Aparcamos cruzando el puente que nos lleva al otro lado del río Piedra, que baja tímido desde su nacimiento y coge toda su fuerza unos metros después, cuando recibe el agua de los Ojos de Cimballa, su principal sustento. De hecho, largas épocas del año puede verse seco el cauce anterior a ellos, lo que hace que más de un cimballero diga eso de "el Piedra nace aquí". Cogemos el sendero que nos lleva hasta los ojos, no sin antes hacernos un poco de lío al leerlo, y emprendemos camino hacia un mirador desde el que podremos divisar este humedal tan curioso como bello. 

Antes de llegar al mirador, ya nos llama la atención la gran cantidad de agua que baja hacia el río Piedra atravesando antes de ello un antiguo molino harinero. Una de las construcciones de mayor valor etnológico de Cimballa, el molino data de finales del s.XVII y se servía de las aguas de los Ojos para accionar sus mecanismos. Tras verlo por fuera y quedarnos con las ganas de ver lo de dentro, seguimos el camino y emprendemos la subida hacia el mirador de los Ojos del Piedra. Si la subida estuviera un poquito mejor no habría pasado nada. Por suerte aún estamos ágiles y, cual cabras montesas, llegamos hasta arriba, donde nos esperan unas vistas perfectas.

El molino harinero del s.XVII

Desde el mirador, donde unas infografías y una original instalación de "marcos" nos señalan los lugares más representativos, observamos la surgencia cárstica de la que manan aguas cristalinas infiltradas de Gallocanta. El lugar contrasta con la aridez de su entorno, donde predominan los barrancos y sus cerros blancos, moteados de sabinas y carrascas, cuya armonía desértica solo es rota por la frondosa línea de chopos que acompañan al río Piedra en su recorrido. Aquí, abundan los juntos y otras especies vegetales que propician un hábitat ideal para anfibios y aves. Es frecuente poder divisar en el humedal a diversas especies de ánades, pollas de agua, lavanderas, soromujos o zampullines. Y desde aquí, a través de los mencionados "marcos", decidimos bajar al pueblo y visitar el casco urbano y 'El Recuenco', otro nacimiento de agua en este pueblo del que nos llama la atención, aunque tenga todo el sentido con tanta agua, la diversidad de explotaciones agrícolas que van desde el almendro hasta el frutal, pasando por verduras y hortalizas.

Los "marcos" del mirador de Cimballa

En el pueblo, mucho ambiente en el bar debido a una cacería de ciervos y un paseo en el que nos paramos a fotografiar la iglesia de la Presentación en el Templo, del s.XVIII en la que se guardan los relicarios del Santísimo Misterio Dubio. Así se denomina el milagro que tuvo lugar en Cimballa en el s.XIV, cuando la hostia que estaba consagrando el párroco se tiñó con la sangre de Cristo según contaron los que pudieron verlo y que solo se muestra el 12 de septiembre, día de la fiesta del pueblo.

Iglesia de la Presentación del Templo de Cimballa.

Nuestra última parada en la visita a Cimballa será 'El Recuenco'. Aproximadamente a un kilómetro del pueblo, siguiendo un cómodo camino, llegamos a lo que antes se llamaba 'La Cuesta del Ingeniero', donde se encuentran los restos del 'Molino Nuevo'. Allí podemos ver un pozo y un antiguo lavadero esculpido en la piedra. A la vuelta, como para cerrar un fantástico día en este pueblo que tiene el agua por riqueza, el cielo nos regala un arcoiris tan efímero como perfecto para acompañar nuestra sonrisa de satisfacción al conocer este rincón del Alto Jalón. El Monasterio de Piedra tiene un montón de complementos a su lado para pasar un fin de semana, o un puente largo, alojados en cualquier casa rural de la zona.

El Molino Nuevo en 'El Recuenco'.

La semana que viene seguiremos poniéndonos las botas. Disfrutando de descubrir nuestra zona e intentando transmitir lo vivido. ¿A dónde iremos? Hay tanto para elegir, que aún no lo he decidido. ¿Te vienes? Te espero.