En muchos pueblos castellanos se han conservado la tradición de pedir y dar “ EL AGUINALDO” durante las fiestas de Navidad, costumbre arraigada hasta muy cerca de la década de los años ochenta.
Al llegar a la puerta de cada casa, se cantaban villancicos sin interrupción hasta que abrían la puerta. Las amas de casa, generosas o tacañas, dejaban entrar y nos daban frutas, dulces, frutos secos y las más pudientes algo de dinero. Lo normal era darte frutas típicas de Navidad que se recolectaban en el pueblo como nueces, almendras, pasas de ciruelas, higos secos, castañas, caramelos, chocolate y otros dulces.
Había casas generosas y tacañas unas daban buen puñado de lo que fuera, por el contrario otras no abrían y si daban algo ofrecían las frutas de peor calidad, nueces huecas, manzanas arrugadas y algún que otro céntimo.
EL AGUINALDO tenía el sentido de felicitar las Navidades a todos los vecinos y de paso sacar alguna recompensa que con gran ilusión al terminar el día, se vaciaba el saquillo para hacer recuento de lo regalado.
Todos los niños en edad escolar esperábamos esos días con gran ilusión, primero por pedir LOS AGUINALDOS y segundo por la llegada de la Navidad y los Reyes Magos.
Las tiras de espumillón, con las bolitas pequeñas y grandes de colores para adornar el árbol o las figuritas de barro, que conservábamos con esmero de año en año para montar el belén, reflejaban la felicidad y la ilusión de los más pequeños de las familias.
JALON
NOTICIAS.ES
Comentarios