Hola hola SINFONOLERS‼! Ya está aquí como cada año La Navidad. Unos días alegres y entrañables para algunas personas, indiferentes para otros y, para un número considerable de gente, tiempos estos que por un motivo u otro, les producen una sensación mezcla de tristeza, rechazo, inquina y bastante aborrecimiento en general. Sea cual fuere vuestro caso la historia que os voy a contar es otro claro ejemplo de este concepto/cualidad que ya hemos comentado en artículos anteriores del conocido poder de la música, llevado a su máximo nivel. Este relato bien podría ser un cuento navideño, pero lo cierto es que no lo es y lo que a continuación os voy a relatar sucedió realmente y fue tal que así.
Noche de Paz, la canción de Navidad que paró una guerra
El origen de este villancico está datado en un frío y abandonado pueblo de Austria llamado Oberndorf, cerca de Salzburgo allá por 1816 cuando el joven cura Joseph Mohr idea un poema para animar a sus feligreses los cuales, debido a un severo frío anómalo que destruyó cosechas y propagó el hambre, se encontraban atravesando una profunda depresión. El poema se tituló “el año sin verano” y varios historiadores coinciden en que sus estrofas hablan de paz y esperanza, letra creada por el padre Mohr para intentar consolar a sus afligidos parroquianos.
A partir de este instante hasta nuestros días esta canción es ya mundialmente conocida y se dice también que en ese momento nacieron las canciones populares conocidas como los villancicos, melodías cantadas por los villanos en Navidad. Y estos villanos no son ni Darth Vader ni Joker o cualquier otro malo de películas o comics, no. Estos villanos de los que hablamos, que dan origen a la palabra villancico, son los miembros de una villa (vecinos) que cantaban estas canciones.
Una noche de paz en la Primera Guerra Mundial, la magia de una canción
En julio de 1914 comenzó la que sería una de las guerras
más devastadoras de las que haya sido testigo la humanidad, la primera guerra mundial. Nadie vio venir un conflicto tan brutal y mucho menos imaginaban que dentro de esta barbarie se diera este milagro al que se le conoce como, la tregua de navidad. Ocurrió en el frente occidental en diciembre de 1914 durante la víspera de la Navidad. En esa última guerra de trincheras, los soldados de uno y otro bando solían estar separados por apenas unos metros. No sólo podían intuirse, sino que podían perfectamente verse incluso oírse.
Cuentan que en la noche del 24 de diciembre, el clima había cambiado abruptamente, congelando el agua y el lodo de las trincheras en donde estaban los hombres apostados. Ese día de diciembre los soldados alemanes comenzaron a decorar sus trincheras y, fieles a la tradición, entonaron villancicos, en concreto el 'Stille Nacht' (Noche de Paz).
El soldado británico, Graham Williams, de la Quinta Brigada de Rifles de Londres escribió:
“…Primero los alemanes cantaban uno de sus villancicos y entonces nosotros cantábamos uno de los nuestros, hasta que nosotros empezamos “O come, All Ye Faithful” (“Venid, Fieles” “Venid, Adoremos”) los alemanes inmediatamente se unieron cantando el mismo himno a las latinas palabras Adeste Fideles. Y yo pensé, bueno, esto es realmente una cosa extraordinaria de verdad, dos naciones, ambas cantando el mismo villancico en medio de la guerra.”
El Capitán , Josef Sewald, del 17º Regimiento alemán, escribe estas líneas y nos permite conocer el increíble momento que dio paso a una tregua no oficial:
“Grité a nuestros enemigos que no teníamos ganas de seguir disparando. Primero hubo un silencio, entonces yo grite una vez más que no teníamos intención de dispararles y los británicos gritaron también que “¡Nada de disparos!”. Entonces un hombre salió de la trinchera inglesa y yo hice lo mismo en mi lado, y nos reunimos y nos dimos la mano – un poco cautelosos!”
El cabo escocés, Robert Trenton, de la Seaforth Highlanders, ofrece un relato que sobrecoge el alma:
“…entonces hubo una gran multitud de alemanes y británicos, todos parados juntos dándose la mano y deseándose el uno al otro feliz navidad, la mayoría de ellos podría hablar un inglés aceptable. Dijeron que no iban a disparar por tres días. Ellos mantuvieron su palabra, no hubo ningún disparo de rifle hasta dos días después de navidad. Había dos franceses muertos entre nuestras líneas. Nunca pudimos salir para enterrarlos hasta ese día. Los alemanes nos ayudaron a cavar la tumba. Uno de sus oficiales celebró un servicio sobre las tumbas. Fue un espectáculo digno de ver y no fácil de olvidar, ambos, alemanes y británicos mostrando respeto ante el francés muerto.” Todos estos increíbles actos se dieron gracias a la música, todo sucedió por un villancico, el universal “noche de Paz”, que por un ratito, por unas horas, durante algún día, fue capaz de poner en pausa la mayor guerra que jamás se había conocido.
En 1918, ya a fines de la guerra, 70 millones de soldados habrían sido movilizados, 10 millones habrían muerto y otros 20 quedaron heridos de gravedad, con mutilaciones y amputaciones.
El gran Paul McCartney también hace referencia al suceso en su canción Pipes of Peace (1983), en el video de esta podemos ver a un joven McCartney caracterizado de soldado en ambos bandos pero como se puede ver con las mismas inquietudes y desesperos tanto en un lado como en el de enfrente. Aquí lo dejo por si os apetece ojearlo.
Así que si estos días se complica la cosa con los cuñados, si los niños no dejan de joder con la pelota o si al cocinero se le quema el asado, antes de enfadaros en exceso y empezar nuestras pequeñas e innecesarias guerras, siempre podréis usar el comodín de la música, que si fue capaz de unir por un ratito a ingleses y alemanes en mitad de una batalla, seguro que funcionará también en vuestra casa. Pero lo que me gustaría de verdad es que solamente haga falta usar la música nada más que para disfrutar, para hacernos vivir estos días y siempre momentos agradables y alegres ya que bastantes cosas malas llevamos a nuestras espaldas en estos tiempos raros que nos ha tocado vivir como para buscarnos más desavenencias, mas discusiones tontas y más broncas que no van a ninguna parte, ¿no creéis? Al que le guste la Navidad que la disfrute a tope y a los que no nos motiva tanto intentemos empatizar con la gente que estos días está más contenta, ver la ilusión que a los niños les hace esta época y pensar que son unos días pasajeros que como tantos otros enseguida se irán. Y recordad, un ratito aunque sea, a esas personas tan queridas que van dejando huecos vacíos nuestras mesas para que, de algún modo, estén también junto a nosotros.
Feliz Navidad SINFONOLERS!!!
JALON
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