AÑO NUEVO

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En el año 598 desde la fundación de la ciudad (AUC. Ab urbe condita) los cónsules comenzaron a asumir su cargo en las kalendas de enero. La causa de este cambio en la fecha de las elecciones fue una rebelión hispana” (Tito Livio. Períocas XLVII.)


  Hasta el año 598 AUC. que corresponde al 153 a. C.  los cónsules tomaban posesión al comienzo del año natural- idus de marzo, principio de la primavera- lo cual daba comienzo al año oficial. Los romanos nombraban los años bien desde la fundación de Roma, en el 753 a C., o bien por el nombre de uno de los cónsules: “El año del III consulado de Cesar”. Una de las principales funciones consulares era el mando del ejército.


 En ese momento el senado romano declaró la guerra a Segeda (Ciudad celtibérica cuyos restos se sitúan en Mara, Comunidad de Calatayud) decidiendo mandar contra esta un ejército consular  de 30.000 hombres. El argumento era que Segeda había violado los tratados construyendo una muralla.


El problema era que la Celtiberia quedaba lejos de Roma y sí el movimiento de tropas empezaba en marzo se corría el serio peligro de que la campaña militar se alargara hasta el invierno con unos soldados alejados de su patria y poco acostumbrados al clima del interior de Hispania. Así pues, se decidió que la toma de posesión de los cónsules fuera en las kalendas de enero (el día primero del mes) adelantando en dos meses el comienzo de las hostilidades.


La prueba evidente de este hecho está en el propio nombre de algunos meses: septiembre era el séptimo mes del calendario y no el noveno como en la actualidad, y lo mismo pasa con octubre, noviembre o diciembre. Febrero es corto precisamente por ser el último mes del año en el que se ajustan las fechas poniendo o quitando días.


Esta fecha del comienzo de año oficial se consolidó hasta nuestros días siendo la razón por la que el mundo occidental celebra el Año Nuevo el 1 de enero. Si esta efemérides universal se produjera en otro lugar sin duda sería recordada y celebrada con insistencia, pero estamos en la Celtiberia, aquí todo chovinismo sobra.


¿Por qué el 1 de enero? Las razones son varias y ninguna determinante: por una parte, era una fecha alejada de las saturnales romanas, que venían a ser nuestras navidades, donde una de las costumbres era una cierta inversión de la cotidianeidad: los señores se convertían en esclavos y viceversa y se elegía a lo que podíamos llamar el “rey de los tontos”, algo parecido a nuestro “día de inocentes”. Evidentemente la solemne inauguración del consulado no podía relacionarse, en forma alguna, con semejantes prácticas. Y además parece ser que la fecha tenía algo que ver con el comienzo del calendario religioso romano ya que el mes de enero/ Januarius estaba dedicado a Jano, dios de los principios y de los finales.


Este cambio, tan abrupto, de unas costumbres consagradas tuvo que tener ciertas consecuencias en Roma a pesar de que las fuentes nos las hurten, quizás por considerarlas poco dignas: El sospechoso asesinato, en circunstancias extrañas, de uno de los cónsules del año anterior para sustituirlo por otro de dudosa fama. La derrota, a manos de los celtiberos, en la batalla de la Vulcanalia seguramente fue considerada por muchos como castigo divino por la transgresión, de tal forma que se declara el día infausto; y a la muerte del anciano Marco Emilio Lépido, Pontífice Máximo y como tal necesario coautor del cambio de fechas, el cargo queda vacante por varios años…pero esto es material para una novela.

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