Estoy convencida de que la autoexigencia es una de las claves más importantes que te ha llevado a conseguir tolo lo bueno que tienes en estos momentos en tu vida. Pero, seguro que también te ha hecho sufrir en innumerables ocasiones…
Y es que la autoexigencia, está conectada con la necesidad de crecer, de evolucionar, de aprender, de mejorar día a día como personas y como profesionales. Algo que nos lleva a sentirnos mejor con nosotros mismos, realizados, a elevar nuestra seguridad y nuestra autoestima.
Sin embargo, como en cualquier otro aspecto de la vida, la autoexigencia también tiene luces y sombras.
Porque cuando sobrepasamos el nivel de autoexigencia se puede convertir en la peor pesadilla: nos lleva a la impaciencia, a tener expectativas muy altas, a buscar la perfección, a no permitirnos tener errores (porque el error significa para ti “fracaso”, en lugar de “aprendizaje”), a compararnos con los demás, a satisfacer sus expectativas, a asumir demasiadas responsabilidades, a la necesidad continua de tener algún logro… Y a un estrés desmedido…
Llegamos a sentimos culpables de no estar a la altura de lo que esperamos, nunca estamos satisfechos con los resultados obtenidos y nos exigimos cada vez más y más, hasta caer en el pozo de la frustración. Y todo esto lo hacemos obviando el contexto y las circunstancias que nos envuelven, perdiendo la perspectiva y la objetividad con nosotros mismos. Entonces la mente nos traiciona y empezamos a decirnos frases tipo: “Eres lo peor”, “Siempre te pasa igual”, “¿Cuándo vas a reaccionar?” …
Reflexiona: si este tipo de frases te las dijese otra persona, ¿considerarías que te está maltratando? ¡Desde luego que sí!
Entonces, si te sientes identificado con todo lo anterior, es posible que lleves un tiempo maltratándote a ti mismo, y el daño psicológico puede llegar a ser el mismo (incluso mayor) que si te lo hiciese alguien de tu entorno.
¿Vas a seguir permitiéndolo?
1. Ponte objetivos a corto plazo y “por escalones”, no te centres solo en el “último peldaño”. Fragmenta el camino hacia tu objetivo en pequeños objetivos y éstos a corto plazo. Aprovecha tu autoexigencia para céntrate en tus logros del día a día y pon el valor todo lo que vas consiguiendo, dentro de tus circunstancias (¡No olvides que tus circunstancias, no son las mismas que las de los demás!)
2. La perfección no existe. Nadie es perfecto y tú tampoco. Ten presente que las personas aprendemos de los errores. ¡Permítete equivocarte y aprende de los fracasos!
3. Sé más realista respecto a tus potenciales y a tus áreas de mejora ¡Acéptate como eres o cambia lo que no te guste!
4. Deja de valorarte solo por los resultados. Valora también el esfuerzo y el progreso que estás haciendo.
Los seres humanos disponemos de la autoexigencia para evolucionar, úsalo para este fin. Porque si lo utilizas para maltratarte, solamente conseguirás frustrarte y es muy posible que también acabes exigiendo de manera desmedida a los demás… Si este proceso ya ha empezado, pide ayuda si la necesitas.
Montse Martínez. Formadora y Máster en Psicoterapia e Inteligencia Emocional.
JALON
NOTICIAS.ES
Comentarios