LO DE LAS FIESTAS...

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Fernando benamira


Pues sí, aquí estamos, con un día o dos de retraso escribiendo esto y diréis: serás desgraciado no tenerla a tiempo, ¡zángano! Pues lleváis razón, a parte de un zángano, es que esta semana hemos tenido las fiestas de verano del pueblo, que las llamamos así porque ponerle “acabar como un piojo party” se nos hacía muy largo.



Además de zángano, a mi se me ha llamado de todo, sin apenas maldad ni nada, todo preciosidades: Orejas, Orejudo, Patillas, Dumbo, Gareth Bale, el Champions League … y no os digo más que si no nos tiramos hasta la semana que viene leyendo la crónica.





Después de este responso a modo de presentación más personal, vamos con lo que acontece nuestra lectura de hoy: las fiestas de los pueblos.



En estas fiestas se pueden resumir en lo que nos aconteció la semana pasada en este bello pueblo de Benamira. Y es que teniendo en cuenta que vive un habitante en invierno, servidor, nos hemos montado seis días de fiestas así como si nada. Que tú haces la media de días de fiesta con la población fija y te sale que como se entere Ayuso, nos manda a Almeida a hacer un estudio de cómo actuar, y aguantar, seis días de fiesta. Lo malo es que seguro que con tanta cerveza, se le empañan las gafas y verás donde iba acabar el estudio.





No nos vamos a entretener mucho, así que vamos con los puntos fuertes de las fiestas, como la comida. La solemos llamar “comida popular” o “comida de hermandad”, según el pueblo en cuestión y aquí tenemos dos opciones: o se pilla un catering (los pueblos más pudientes o que no se fían por si alguno del pueblo te escupe en tu plato) o se juntan cuatro o seis pobrecitos/as y tan pronto te hacen una caldereta o una fideuá prácticamente de empalmada y, ojo, que encima queda de lujo. Esta opción segunda es la que escogemos aquí y da hasta resultado. 


Las medidas de seguridad están claras: delantal y “a ver esos chavales que tengan cuidado con la bola”. Esta última así leída ahora mismo puede parecer floja, pero dicha después de haber dormido más rápido que Alonso ganando en Brasil y con una voz peor que la de un actor de El Padrino II ha provocado más conflictos y acojone que la familia Bush en Irak. Eso sí, en estas comidas suelen ser a plato único (si porque como encima hagamos ya dos platos eso puede acabar con más de uno en el pilón y no queremos muertes por ahogamiento, que nos viene mal para los actos venideros de fiestas).



Y es que en esos actos venideros viene el otro gran evento de las fiestas: la verbena. Aquí también tenemos varias opciones: discomovil con luces o sin luces, uno o varios del pueblo poniendo la música que le sale de las narices y que no gusta a nadie más que él (aquí me siento muy representado) o un grupo orquesta o como decimos por estos lares “conjunto”. El momento de la verbena es el punto álgido de las fiestas, en estos pueblos pequeños con un día nos vale que es a lo que nos da el presupuesto, pero en otros pueblos tienen hasta tres o cuatro días. En este rato todo el mundo baila, como puede eh, que tampoco es un concurso de baile y como no van a bailar, vaso en mano, si te ponen siempre unos temazos que invitan al jolgorio y desenfreno que es una locura como por ejemplo el “Paquito el chocolatero”, “tractor amarillo” o para los más desenfrenados “una de Massiel”. Estos grupos tienen como mucho seis o siete personas y SIEMPRE con mínimo un organillo, para poder tocar bien las canciones modernas para la juventud. 


Normalmente, para la financiación de dicho conjunto, aquí se pone una barra metálica que después de un par de días de fiesta, si te despistas un poco, el vaso se te queda pegado en la misma barra y no es porque seamos unos cerdos ni nada de eso, es porque las propias bayetas ya se han mimetizado tanto con la fiesta que ya no dan más de si. En esa barra se sirve de todo, pero lo que más se estila en algunos lados son chupitos y bebidas que surgen así de una manera científica, ordenada y con todas las medidas de higiene pertinentes, como puede ser el “chupito de la casa”, la “cascanutrias” o el “tumbacorzos”. Por temas de seguridad de las patentes no se tiene acceso a los ingredientes de dichas bebidas, así que aquí cada cual elige su propia aventura eso si, libres de alergias, viruela del mono o coronavirus, pues ahí todo lo que entra ya no vuelve a salir igual. Aquí de aprecia bien quién es turista y quien autóctono, pues si la bebida está servida en vaso ancho con tu nombre y todo es de aquí, pero si empiezan a monear que si no hay un vasito más pequeño y no se que pues puede que acabe en el pilón por ir provocando.



También hay muchos más momentos, sobre todo para la chavalada, como juegos varios, torneos o unos hinchables. Ya os digo que suele ser para la chavalada pero aquí acabamos tirándonos todos y todas por el tobogán de agua, los hinchables o “quita de ahí anda que te voy a dar unas clases de futbolín”.





En fin, por aquí aún estamos de resaca pero no dudéis que en algún pueblo nos veremos en breves, pues ahora viene lo gordo! Espero, de todo corazón, que esta pequeña guía os sirva de ejemplo de que es lo que tenéis que hacer y así evitemos sustos innecesarios y, sobre todo, si bebes no conduzcas. Un saludo!

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