NO LAMENTEN LA MARCHA DE ASUAR

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Reyes maroto asuar


Creo que no debo opinar sobre las causas del conflicto abierto en entre el Ayuntamiento de Monteagudo de las Vicarías y la Asociación Armazón pues son los vecinos quienes han de decidir si tener granjas de cría de cerdos en las proximidades es o no conveniente para el pueblo, siempre de acuerdo con la normativa medioambiental. Pero, en calidad de crítica de arte con décadas de experiencia, sí puedo dar mi parecer, como me solicita El Alto Jalón, sobre las iniciativas artísticas de Margarita Asuar. 


Llamó mi atención cuando apareció como comisaria de una exposición sobre los objetivos de la Agenda 2030 que se montó en IFEMA con motivo de la Cumbre del Clima celebrada en Madrid en diciembre de 2019: gracias a su intervención, dimos una imagen lamentable del arte español a las delegaciones internacionales. Parecía del todo incomprensible que para un evento tan importante se eligiera un proyecto expositivo de tan bajo nivel. Pero ya sabrán ustedes que Asuar está casada con un peso pesado en el PSOE, Manuel Escudero: redactó el proyecto político de Pedro Sánchez en las primarias de 2017 y fue a continuación incorporado a la ejecutiva socialista, en la que se ocupó de los asuntos económicos hasta que fue nombrado embajador de España ante la OCDE.


Tanto Asuar como Escudero están completamente engañados sobre los méritos de su proyecto, seguramente por un total desconocimiento de la escena artística nacional e internacional, y creen que las cosillas insignificantes que ella organiza con artistas de los que nadie ha oído hablar constituyen grandes acontecimientos culturales. En el artículo que él escribió para este periódico en agosto de 2022 –“Un milagro en la frontera”– se atreve a calificar su ocupación del castillo como “una actividad museística de primera magnitud por su calidad y dinamismo”, define a Monteagudo como centro de producción y exhibición  de arte contemporáneo y, de manera casi chistosa, afirma que “Si esto sigue así, Monteagudo superará a Giverny, la pequeña ciudad francesa del arte donde vivió Monet, como centro artístico singular internacionalmente conocido”. Yo les aseguro que no ya en París sino en Madrid, al margen de los amigos de esta pareja, nadie en el contexto del arte actual sabe nada de ese supuesto “milagro” en el pueblo.


Psoe asuar


Asuar se vale de los contactos políticos de su marido para avalar sus proyectos. A Monteagudo ha llevado a Cristina Gallach, a la que ya antes había involucrado y que tiene un pésimo criterio artístico –apoya también a Cristóbal Gabarrón–, y a Reyes Maroto, pero también ha comprometido a Óscar Puente, alcalde de Valladolid, para imponer la misma exposición de IFEMA en el Museo Patio Herreriano (injerencia política donde las haya). Sería muy de agradecer que los servidores públicos se abstuvieran de apoyar los negocios de sus amigos. Porque Asuar no solo pretende enriquecer de forma desinteresada los atractivos turísticos del pueblo: ha instalado allí su galería de arte, en la que vende (o pretende vender).

Hábilmente, ella crea organizaciones que usa para dar apariencia de prestigio sus iniciativas: la Asociación Armazón, la RedNaranja de Turismo Artístico –que engloba exclusivamente, que yo sepa, sus programas en Moteagudo e Íscar–, la Fundación AAma… Y, seguramente de manera sincera, aunque muy ingenua, pretende estar haciendo algo con consecuencias y así lo manifiesta: “se puede decir que somos humanistas que con el arte intentamos construir un mundo mejor”.


Tony lara monteagudo


La cultura es desde luego una vía de desarrollo pero no podemos esperar grandes resultados de proyectos fundados en el capricho de unos particulares que no pasan de amateurs. 


Creo que la colaboración público-privado ha de establecerse con las máximas garantías, la máxima transparencia y una evaluación rigurosa. Es inútil ceder infraestructuras públicas, como el castillo o la sala de exposiciones del Ayuntamiento, a alguien sin trayectoria y sin vínculos con el medio artístico de primer nivel. No lamenten que Margarita Asuar abandone Monteagudo de las Vicarías. Empiecen de nuevo con gestores culturales experimentados capaces de planificar de manera inteligente las actuaciones y con los medios económicos necesarios para lograr un impacto real. Si quieren referencias, fíjense en Collegium, el nuevo centro de arte en Arévalo. Busquen “socios” más solventes. 

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