UN MILAGRO EN LA FRONTERA

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Monteagudo es un pueblo que se yergue en la frontera de los antiguos reinos de Aragón y Castilla, en la Raya y por ello sus habitantes tienen el gentilicio de rayanos.


Ya en 1291 dio que hablar al firmarse allí la paz entre Castilla y Aragón, entre Jaime II de Aragón y Sancho IV de Castilla. En el Tratado de Monteagudo se estipulaba que el rey aragonés había de desposar a la hija de Sancho, Isabel de Castilla. Lástima que esta murió al poco tiempo, dando al traste con unos planes que, de haberse realizado, hubieran alumbrado España, doscientos años antes de la unión de Isabel y Fernando. Por eso no es gratuito afirmar que Monteagudo es la primera cuna de España.


Este pueblo medieval y amurallado, declarado en 2019 uno de 'Los Pueblos más Bonitos de España', debido a las entusiastas gestiones de su alcalde, Carlos González y su equipo, vivió una vida tranquila durante siglos, presidiendo desde su Castillo Palacio de Altamira los inmensos Campos de Castilla, esos mares verdes o dorados y ondulantes que, quizás, - esto es una ensoñación - Antonio Machado pudo contemplar con su adorada Leonor, quien vivió en su infancia en Monteagudo.


Pero la “áurea mediocritas” de esta joya durmiente, se quebró, como ocurrió con tantos lugares escondidos de la España rural, con el éxodo a la ciudad. Así si en 1940 aún tenía 940 habitantes, hoy tiene 179, el 41% mayor de 65 años. No es difícil de predecir que, al ritmo actual de descenso de población, le quedan apenas 15 años para convertirse en un pueblo fantasma. Tal era la triste historia que pudo haber sido.


Pero un buen día, una pareja de enamorados de nuestra España interior pasaron por esta villa camino de París. Vieron sus calles tranquilas y cuidadas, su castillo vacío y desangelado, su puerta medieval, y, sobretodo, vieron una casa, construida sobre la propia muralla y una de sus torres. Y ella se enamoró locamente de esa casa y la compró allí mismo, sobre el teléfono. Luego resultó que era la antigua casa-cuartel de la guardia civil, y que, efectivamente, Leonor Izquierdo había pasado su infancia allí.


Así empezó a ocurrir el milagro: con una pequeña subvención- conseguida por un infatigable Alcalde y su equipo de concejales, como la semilla que luego fructifica en un árbol umbrío, señero y poderoso- se acondicionaron las salas del Castillo. Margarita Asuar, la enamorada de la casa de Leonor, Curadora de Arte, propietaria de varias colecciones de arte, se las llevó al Castillo, donde ha comenzado como directora del mismo una actividad museística de primera magnitud por su calidad y dinamismo. Allí se ha expuesto la primera colección conocida de obras que reflejan, una a una, los Objetivos de la Agenda 2030 de la ONU, una colección que ya estuvo en la Cumbre del Clima de Madrid en la COP25. Allí se expone una cuidada selección de grabados de artistas españoles contemporáneos, desde Chirino a Ibarrola o Genovés, Ginovart o Albacete – una exposición que quiere probar cómo estos artistas se empeñaron en democratizar el arte. O una colección de 20 carteles sobre el tema de “Todo pasará”, confeccionados por artistas en plena época de confinamiento y desesperanza.


El primer resultado es alentador, los visitantes a Monteagudo se han multiplicado y ahora son aproximadamente 1000 al mes, muy por encima de los registros en otros lugares que también se visten de gala para atraer al turismo interior. En realidad, en un año desde la apertura del Castillo Museo, han visitado este nuevo destino más de 9.000 personas, de toda España y del extranjero: esa es la primera señal, enormemente exitosa, del milagro que está ocurriendo. Pero lo que se está intentando en Monteagudo de las Vicarías vá más allá. El plan no es adornarse para reclamo de los turistas, que eso ya lo hacen, en la medida que pueden, casi todos.


El plan es que Monteagudo, a hora y media de Madrid y hora escasa de Zaragoza, se convierta en un centro de producción de arte contemporáneo, con artistas que ya comienzan a llegar para pasar temporadas en la villa medieval: ya son más de cuarenta artistas los que se están comprometiendo con esa nueva andadura. El plan es que se convierta también en un centro de exhibición de arte contemporáneo. El espaldarazo a esta iniciativa se la dio, el día 10 de Julio de este año, la Ministra de Industria y Turismo, Reyes Maroto, inaugurando una temporada estival en la que se estrenaron diez nuevas colecciones de arte contemporáneo, situando la iniciativa en la prensa de toda España donde nunca pudo soñar Monteagudo con tener titulares. Y es que no es solo en las salas del Castillo-Museo. El arte se está extendiendo como una benéfica y bella mancha de color por toda la villa: en la sala de exposiciones del propio ayuntamiento o en una nueva Galería AGA. Y dentro de poco, también, en la casa de Leonor, que pasará a ser otro nuevo Museo de Monteagudo, apenas termine su rehabilitación. Pero no solamente de buenas intenciones se vive: la idea es que Monteagudo se convierta en un lugar bien establecido de venta de arte contemporáneo.


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Producción, exhibición, venta de arte contemporáneo, en un entorno medieval cuidado, motivador y que infunde la paz que solamente los campos de Castilla dan. Ese es el milagro que, poco a poco, va tomando forma en este rincón de Soria. Estamos ante una avanzadilla de la “economía naranja” en la que el arte se convierte en elemento central de atracción de talento y nuevas actividades por su valor social y su valor en el mercado. Y para hacer todo esto posible, hay que saltar constantemente por encima de cualquier frontera, hay que hacer que el milagro sea global. Los artistas que exponen en Monteagudo ya han expuesto también, hace poco, en París, a unos metros de Notre Dame. Artistas franceses y americanos, comienzan ya a hacer exhibiciones conjuntas con Monteagudo. Si esto sigue así, Monteagudo superará a Giverny, la pequeña ciudad francesa del arte donde vivió Monet, como centro artístico singular internacionalmente conocido.


Con ello todos ganarán: los que viven en el pueblo porque su nivel de bienestar social y económico se verá beneficiado; el pueblo mismo, que se verá fortalecido con la llegada de nueva gente, nuevos talentos; y los que ya no viven en el pueblo, pero se sienten vinculados a él, porque ahora pueden comenzar a tener la seguridad de que sus casas familiares, sus recuerdos, sus raíces seguirán fuertes y vivas en el futuro, en vez de devenir en un triste olvido entre ruinas.

Esta iniciativa no pretende ser ni única ni exclusiva: comienzan a aparecer nuevas actividades emprendedoras, comienza a percibirse una energía renovada en más y más rayanos, -rayanos con fibra, resiliencia y orgullo- que quieren aupar a Monteagudo a la categoría de pueblo que sin renunciar a sí mismo triunfa en el siglo XXI. La mentalidad de “que me quede como estoy” ya no sirve, porque quedarse quieto añorando el pasado conduce a la despoblación y a la desaparición. Hay que progresar, con sentido, con visión y juntos. Como dice el refrán, “si quieres caminar rápido hazlo solo, pero si quieres caminar lejos hazlo en compañía”. En ello estamos.



Manuel Escudero




Embajador de España ante la OCDE, Paris

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