CÓMO PREVENIR LA ADICCIÓN AL CONFLICTO

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En el artículo de la semana pasada, nos centramos en identificar a personas adictas al conflicto y en comprender las causas que la generan.


Cualquiera de nosotros, por el mero hecho de ser humanos, somos susceptibles de caer en este tipo de adicción. Por eso, es muy importante hacer prevención e identificar los primeros síntomas, para no normalizarlos y no caer de lleno en la adicción al conflicto.


¿Qué podemos hacer?

1. En primer lugar, revisar nuestras creencias. Esto no significa que debamos cambiarlas, pero si es importante conocer si dichas creencias son “cerradas” o “abiertas”.


En principio, las situaciones son neutras, somos nosotros quienes interpretamos dichas situaciones de una forma subjetiva, dándoles un significado. Y, precisamente, es la interpretación que cada uno hacemos, la que nos genera un estímulo y “dispara” una respuesta emocional.


Es importante comprender que esta interpretación subjetiva es una opinión concreta sobre una situación que ha sucedido, basada en la información que tenemos (poca o mucha), las experiencias pasadas respecto a situaciones similares, en las motivaciones, y especialmente, en nuestras creencias.


Las creencias que tenemos cada uno de nosotros no son ni buenas ni malas, solo que cuando son “cerradas” permiten menos posibilidades (generalmente, solo una) y “chocarán” con las creencias y opiniones de los demás que tienes creencias diferentes: “Estás de mi lado o en mi contra”, “blanco o negro”, “si yo nunca haría esto así, los demás tampoco”, etc. Algo que hace que todo nos lo tomemos como una amenaza, como algo personal, y que se dispare la ira, como base el conflicto. Por eso, las creencias cerradas son la base del conflicto continuo y sin solución. Y desde luego, el origen de la adicción al conflicto en la mayoría de las personas.


2. Resolver los conflictos internos. Los conflictos internos se producen cuando tenemos pensamientos que no son congruentes entre sí o cuando se disocia un pensamiento de nuestras creencias, incluso de nuestros comportamientos. Es como un nudo interior que nos genera malestar. Son difíciles de identificar porque no son muy visibles, pero si los sufrimos. Para profundizar en cómo resolverlos, ver https://www.elaltojalon.es/texto-diario/mostrar/3514995/conflictos-internos


3. Gestiona tus frustraciones. De lo contrario, acabarás enfadándote contigo mismo y lo pagarás, sin darte cuenta, con los demás. Para gestionar bien la frustración es imprescindible seguir estos tres pasos. Pregúntate:


A. ¿Son realistas mis expectativas o metas propuestas?

B. El esfuerzo que estoy haciendo, ¿es suficiente? ¿Estoy dispuesto a hacer el esfuerzo necesario?

C. ¿Debo cambiar mis métodos o estrategias para conseguir dichas metas o expectativas?


Después de este “auto - chequeo”, ¿cómo te sientes? Si has identificado algún aspecto a trabajar, no lo dejes. No es urgente, pero si es importante, si no quieres acabar siendo un adicto al conflicto…




Montse Martínez. Formadora y Máster en Psicoterapia e Inteligencia Emocional.







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