En la tranquila serenidad de Monteagudo de las Vicarías, un pequeño rincón de la naturaleza del Alto Jalón que a menudo se encuentra en el anonimato, se está desplegando un espectáculo extraordinario en estos días. Decenas de bandadas de grullas, majestuosas aves migratorias, eligen el embalse de Monteagudo como su refugio temporal, transformando el paisaje en un lienzo lleno de vida y movimiento.
Cada año, este humedal se convierte en el escenario de una de las migraciones más impresionantes de la naturaleza: la llegada de las grullas. Estas aves, con sus elegantes cuellos y sus graznidos distintivos, viajan miles de kilómetros desde sus lugares de reproducción en el norte de Europa hasta los cálidos refugios del sur. Sin embargo, es en Monteagudo de las Vicarías donde encuentran un paraje ideal para descansar, alimentarse y recargar energías antes de continuar su largo viaje.
El embalse, rodeado de colinas, un pequeño bosque y campos de cultivo, que ofrecen un entorno natural prístino, se convierte en un santuario para los amantes de la ornitología y la naturaleza en general. La llegada de las grullas no solo marca el inicio de una nueva temporada, sino que también transforma el ambiente en un sinfín de emociones y maravillas.
El crepúsculo se tiñe de tonalidades cálidas mientras las grullas danzan en el cielo, descendiendo en círculos gráciles antes de aterrizar con una precisión que sugiere una coreografía ensayada. El sonido de sus graznidos resuena en el aire, creando una sinfonía única que eleva el espíritu y despierta una conexión profunda con la naturaleza. Algún observador de aves y curioso se da cita a lo largo de las orillas del embalse, capturando con su cámara y binoculares cada instante de este espectáculo migratorio. La emoción es palpable en el aire, un palpitar que refleja la admiración ante la maravilla de la migración y la belleza de la vida silvestre. Y así, el ávido fotógrafo, capta la imagen de la llegada de las grullas.
La llegada de las grullas a Monteagudo de las Vicarías no es solo un fenómeno biológico, es un recordatorio de la fragilidad y la resiliencia de la naturaleza. En un mundo cada vez más acelerado y desconectado de su entorno natural, la migración de las grullas nos invita a detenernos, a contemplar y a apreciar la asombrosa armonía que se encuentra en el ciclo de la vida.
Así, en este rincón tranquilo de la Tierra, la llegada de las grullas al embalse de Monteagudo de las Vicarías se convierte en un poema visual, un llamado a la reflexión y una celebración de la belleza efímera de la naturaleza. En estos días, el embalse no es solo agua y tierra, sino un escenario donde la magia de la migración se despliega ante nuestros ojos, recordándonos la importancia de preservar y apreciar la maravillosa biodiversidad que habita nuestro planeta.
@fotografía: Carlos González
JALON
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