Shakespeare escribió esta famosa frase asociando el “no ser” con la muerte. Pero también podemos aplicar este concepto a la “muerte emocional” que sufrimos cuando dejamos de ser nosotros mismos.
Ser uno mismo es el reto más importante de nuestras vidas y aunque en teoría puede parecer sencillo de alcanzar, en la práctica suele ser bastante complejo. Y es que la sociedad en la que vivimos tampoco nos lo pone nada fácil: Nos dice continuamente cómo debemos de ser y comportarnos para que nos acepten y nos quieran, o lo que es “políticamente correcto”...
Y aquí empieza el dilema ¿yo soy de una manera pero debo de comportarme de otra para que me acepten o debo luchar por ser yo mismo a cualquier precio?
La clave está en que los seres humanos necesitamos ser amados y esa necesidad suele ser más fuerte que la de desarrollarnos en coherencia con nuestro verdadero “Yo”. Una trampa fatal que nos lleva a desconectar de nosotros mismos, a los conflictos internos, al desequilibrio emocional, a la frustración, a la ansiedad, a la depresión, etc.
Recuerdo que cuando tenía diez años una profesora preguntó en clase qué queríamos ser cuando fuésemos mayores. La mayoría de mis compañeros contestaron lo que cabía esperar: querían ser médicos, policías, cantantes, etc., sin embargo yo contesté que quería ser “Yo”. La profesora volvió a hacerme la pregunta, pensando que no lo había comprendido bien. Pero yo volví a contestar “Quiero ser Yo”.
Ante las risas de mis compañeros la profesora interpretó que me estaba burlando de ella y me castigó: tuve que escribir cien veces “no volveré a burlarme de la profesora”.
“¡Que injusto!”, pensé. Porque a tan temprana edad yo ya comprendía que si conseguía ser yo misma podría ejercer cualquier profesión que me propusiera con trabajo y esfuerzo.
Sin embargo, esta sabiduría tan grande que poseía a los diez años quedó totalmente diluida al llegar la adolescencia y al enamorarme. De pronto lo prioritario ya no era “Ser Yo”, sino ser “la persona” que quería que fuese aquel chico del que me había enamorado. Caí en la trampa y “vendí mi alma al diablo”.
Por fortuna, de esta “muerte en vida” se puede “resucitar”: basta con volver a conectar con tu “verdadero yo”.
¿Cómo conseguirlo?
- No intentes agradar a todos. Es una meta imposible y resulta agotador. Lucha por agradarte a ti mismo.
- Identifica “lo que eres” y “lo que te gustaría ser”: Sólo partiendo del autoconocimiento podremos ponernos metas y empezar a trabajar.
- Analiza tus potenciales y tus áreas de mejora, acéptalos y ponte a trabajar en aquello de lo que te sientas menos orgulloso.
- Acepta tu verdadera esencia y trabaja para protegerla y desarrollarla: Da miedo, pero la recompensa vale la pena.
- Lo único que poseemos de verdad es a nosotros mismos, por eso tenemos el derecho y la responsabilidad de desarrollar nuestro verdadero “Yo” hasta el final de nuestros días.
¡Vive la experiencia! “Sé tú”.
Montse Martínez. Formadora y Máster en Psicoterapia e Inteligencia Emocional.
JALON
NOTICIAS.ES
Comentarios