DE CÓMO LA COVID ME CONVIRTIÓ EN UNA MUÑECA DE FAMOSA

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Me llamo Valentín, tengo 74 años y hace unos días descubrí que cualquier muñeca de Famosa, una de aquellas que caminaban al portal de Belén, lo haría más rápido que yo. La culpa: una neumonía por la COVID que comenzó hace un mes y que me ha tenido ingresado en UCI casi 20 días. Me gustaría explicar dónde me infecté, pero no lo sé. Si insisto en esto es para que quien me lea, se convenza de que a pesar de tomar todas las precauciones, las privaciones y los sacrificios (el peor ha sido no ver a mis nietos en prácticamente un año y no haber podido conocer al más pequeño), se puede terminar cayendo en las redes de este virus. 

No obstante, yo no soy, ni mucho menos, el protagonista de esta carta. Los son el excelente grupo de profesionales que me ha atendido en HHC Miraflores. Los doctores Alfredo E., Enrique C., Roberto L. y Victor G; las enfermeras: Carmina R., Alba R., Vivi S., Yesenia S., Natalia M., Marivel L., María O. y Javier P; y las auxiliares: Natalia G., Marta L., Judith M., Yanina M. y Lucía G. 

No son los únicos, ellos son solo una pequeña representación de todos los sanitarios que se dejan la piel día a día en muchas clínicas y hospitales. Son los que yo conozco, eso sí. 

Mientras mi familia, preocupada por mi salud, no pudo hacer otra cosa que delegar y confiar ciegamente en la atención que recibía, ellos se convirtieron, y esto lo digo de corazón, en una segunda familia que me ha cuidado y acompañado las veinticuatro horas del día. Son profesionales que «hacen su trabajo», eso es cierto, pero son más que eso. Son personas amables que se acercan a darte ánimo si estás decaído, a conversar para distraerte, te asean, te cambian, te secan el sudor... ¡Y ni digamos la cantidad de veces que se ponen los trajes de protección, se desinfectan, se los quitan y vuelta a empezar! Son auténticas joyas, ángeles en la tierra que nos cuidan.

Mientras tanto, yo sigo ingresado. Estoy mucho mejor, aunque sé que todavía me queda un largo camino por delante. De momento, creo que hoy ya he igualado la velocidad de una de las muñecas que utilizo como comparación. En un par de días, ¡la adelanto!

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