La culpa es una de las emociones más corrosivas, ya que instala en nuestro interior, toma posesión y si no ponemos remedio nos va consumiendo poco a poco…
Además, condiciona nuestros comportamientos y nuestras decisiones. Pero donde más mella hace es en las relaciones, especialmente en la que mantenemos con nosotros mismos: baja nuestra autoestima, tendemos a pensar que merecemos un castigo, incluso puede abocarnos a comportamientos autodestructivos cuando el dolor se hace insoportable.
Por eso gestionar bien esta emoción es fundamental para nuestro bienestar emocional: Como todas las emociones, cuando aparece la culpa nos aporta información muy valiosa a cerca de las consecuencias de nuestros actos. Y nos prepara para rectificar y para aprender de lo ocurrido.
Cuando la normalizamos y no hacemos nada para gestionarla es cuando puede atraparnos como si de una mazmorra se tratase. Y empezamos a maltratarnos siguiendo la creencia tan arraigada en nuestra cultura de la asociación “Culpa-Castigo”.
La buena gestión de la culpa empieza por cambiar “Culpa-Castigo” por “Responsabilidad-Reparación”.
¿Cómo conseguirlo?
En algunas ocasiones es posible ya no tenga remedio. Asume igualmente tu responsabilidad y busca la forma de repararlo.
De este tema habló mucho Gandhi. Para él, no había ningún mal que no se pudiera compensar. A un hombre hindú que se quería quitar la vida por haber matado a un niño islámico, le propuso que buscase niños huérfanos de esa religión y los criase dentro de la otra religión:
Todos podemos “reparar” los males cometidos: por grande que haya sido el fallo, más grande puede ser aún la reparación…
Montse Martínez. Formadora y Máster en Psicoterapia e Inteligencia Emocional.
JALON
NOTICIAS.ES
Comentarios