¿TE PREOCUPAS O TE OCUPAS?

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Preocuparnos es humano, desde luego. Es como si estuviésemos programados para nuestra supervivencia, para estar alerta y anticiparnos a los peligros en caso de que aquello que nos preocupa llegue a ocurrir.

Pero cuando lo hacemos de forma excesiva y empezamos a pensar “¿y si ocurre esto?, ¿Y si ocurre lo otro?, ¿Y si….?. Entonces se dificulta la adaptación y el bienestar emocional, llevándonos a estar alerta continuamente… Algo que puede conducirnos a un estado de ansiedad o a un trastorno obsesivo compulsivo.

Por otro lado, no preocuparnos por nada, también pude resultar patológico. La clave está en responder a cada preocupación en su justa medida para enfrentarnos a ella y pasar a la acción. Ya nos lo decían nuestras abuelas “No te preocupes, ¡ocúpate!”

Según un estudio de la Universidad Estatal de Pensilvania, el 91% de las cosas que nos preocupan en las sociedades occidentales no ocurrirán jamás.

Ya en los años cincuenta, Earl Nightingale apuntó a que el 40% de lo que nos preocupa jamás ocurrirá, el 30% es pasado por lo que las preocupaciones no lo podrán cambiar; el 12% son preocupaciones innecesarias sobre nuestra salud y el 10% son pequeñas e inconexas. Así que solo nos quedan un 8 % de preocupaciones a las que deberíamos prestar atención.

¿Qué podemos hacer?

El psicoterapeuta Luis Muiño, nos anima a hacer el siguiente experimento:

- Escribe tus mayores preocupaciones un día y léelas al día siguiente (verás que no eran tan importantes). Si le hemos dedicado un tiempo a pensar en una preocupación, en muchos casos nuestro cerebro deja de estar alerta.

- Escribe qué cosas te preocupan más, aquellos acontecimientos que en el futuro te dan más miedo. Un año después, comprobarás cuántos se han cumplido. Comprobarás que el 90% no han llegado a ocurrir.

Además, toma nota de estos consejos, que con seguridad van a poder ayudarte:

- Intenta que tu preocupación sea objetiva, controlable y breve. Céntrate en solucionar lo que esté en tus manos.

- Prioriza los temas que son importantes y urgentes.

- Toma conciencia a nivel mental y emocional de posibles amenazas aún por resolver, y ¡ocúpate de ellas!

- Pensar en lo peor nos ayuda a prevenir, pero hay más posibilidades, no te obsesiones con ello.

No te olvides que la preocupación excesiva, es uno de los errores más frecuentes en la búsqueda del bienestar emocional, pero que nos puede llevar a un auténtico infierno…



Montse Martínez. Formadora y Máster en Psicoterapia e Inteligencia Emocional.

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