ME PRENDO FUEGO CON EL TORO JUBILO

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Ya está aquí la esperada noticia del otoño, vuelve el Toro Jubilo. Un animal embarrado, como si el barro hubiera librado de la quema a nadie algún día, dejándose la vista y siéndo maltratado por unos mozos que, entre copas y risas, le prenden fuego y lo jalean. Tienen razón aquellos que dicen que es ancestral. Tanto, que no sé cómo ha llegado algo así vigente hasta nuestros años.

En una época en la que hemos empezado a hablar de la recuperación del turismo en la comarca. En un momento en el que se habla de utilizar el patrimonio histórico, natural y cultural del Alto Jalón como palanca de desarrollo de la zona. En un contexto en el que el maltrato animal está penado y, cómo no, mal visto socialmente... En este entorno, la vuelta de esta fiesta en la que lo pasa bien todo el mundo menos el toro, se celebra en la comarca como la recuperación de un tesoro. Se habla de tradición y manifestación cultural... Pues que me perdonen que "barra para casa", pero si hay que señalar una tradición como seña de identidad del Alto Jalón, si hay que escoger una manifestación cultural, mejor un Dance o una Contradanza, que un toro ardiendo y mugiendo dando vueltas a una plaza improvisada. 

Una vez más, Medinaceli y el Alto Jalón saldrán en la televisión y con ello, los telespectadores se crearán una idea sobre nosotros. Seguramente alguna asociación pro animal querrá reclamar que esto se acabe y alguno del pueblo los sacará a rastras del ruedo y, si hace falta, del pelo. En las tertulias de las televisiones y las radios se volverá a hablar de si este tipo de tradiciones, como la de tirar a una cabra del campanario, deben de dejar de existir en una sociedad avanzada, y se nombrará a Medinaceli como el pueblo donde se vive en el pasado y todavía se maltrata a un astado para que los lugareños se diviertan. 

Poco de modernidad tiene esta fiesta, que bien podría ser más amable con modificaciones que no harían daño a nadie. ¿De verdad es necesario hacerle esto a un toro? De nuevo pongo de ejemplo a mi pueblo, Cetina, y sus divertidos encierros de carros-vaquillas. Si nos llama el alcalde de Medinaceli le damos el teléfono 'del Vicen' y que lleve allí a su "ganadería". Y el que quiera cuernos con fuego, que se prenda los propios con una cerilla.

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