EL TOCINO DE MANUEL - IRUECHA 1809

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Empezamos esta historia de la peor manera posible. Situados en pleno fragor de la Guerra de Independencia y con nuestro protagonista de hoy, Manuel Larena, vecino y natural de Iruecha (Soria), camino de la cárcel de Molina el 7 de mayo de 1809.

El pobre Manuel no ganaba para disgustos. Allá por 1796, ya se vio implicado en un pleito con José Jaime, de Ateca, por la venta de 382 borregos que estaban enfermos. Ahora, 13 años mas tarde, la situación era más grave para Manuel.

 Tomás Izquierdo, jefe de una guerrilla de la zona que conduce preso a Manuel argumenta: “El 22 de marzo (1809) en Iruecha, de donde desalojaron a los franceses, se encontraron en casa de Manuel Larena tres talegas de garbanzos, bichos revueltos, seis o siete cajas de cartuchos y 10 canales de tocino”. Semejante arsenal bélico y gastronómico fue requisado y conducido a Molina de Aragón para su custodia. Sabemos que con Manuel, iba otro vecino de Iruecha también camino de la cárcel, junto con el tocino. Tocino y presos compartieron viaje.

Llegados a Molina, los presos y el tocino separan sus caminos. Los primeros son entregados a Javier Martínez, alcalde de la cárcel. Mientras, el tocino queda a disposición del tribunal en los almacenes de víveres del pueblo de Establés.

El desalojo al que hace referencia Tomás Izquierdo tuvo lugar el 2 de marzo, cuando las tropas españolas ponen en desbandada a los franceses en las inmediaciones de Iruecha, causándoles 222 bajas entre muertos y heridos. Al llegar la guerrilla y encontrar ese arsenal que los franceses no se pudieron llevar, los encausados eran tomados como colaboradores del invasor, y ahí es donde surgen los problemas para Manuel.

El 16 de julio, Manuel se queja de que todavía no hay juicio. Ya llevaba más de dos meses en la cárcel y encima se entera que sus 10 canales de tocino requisado han desaparecido.

En el juicio se demostró que "las tropas francesas amenazaron a las gentes de Iruecha con incendiar el pueblo y cortarles la cabeza si no presentaban 1.500 de ganado y raciones, que la Junta y Larena tuvieron que aprontar”. Además, quedó claro que el único testigo acusador, un tal Tejedor, era un “tunante” y había mentido como un bellaco. Así, el tribunal lo condena y le impone 50 ducados de multa. A Manuel lo absuelve, pero le carga los gastos del juicio.

El escándalo era mayúsculo, se le comen el tocino y encima le toca pagar el juicio siendo inocente, de traca. El abogado de Manuel apela a la Junta Superior de Molina ante semejante atropello.

Finalmente, la Junta resuelve que: “Debe considerarse esta causa como seguida de oficio, y las costas de Cámara; pagando la Junta el tocino”- Cobeta 21 de agosto de 1810.

Esta historia ha llegado hasta nuestros días a través de Anselmo Arenas López, historiador nacido en Molina de Aragón en 1844, que plasmó estos hechos en su libro “Historia del levantamiento de Molina de Aragón.” (1913).

Detrás de la historia jocosa del tocino, se esconde la determinación, coraje y sufrimiento de las gentes de Iruecha, personificadas en un gran vecino: Manuel Larena Rey.

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