SOMAÉN Y LA ENERGÍA INSPIRADORA DE SUS CALLES

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Lo venimos avisando en El Alto Jalón y algo importante va a suceder en el hermoso pueblo que hoy visitamos en esta sección. Somaén nos espera para dar un agradable paseo al sol de mediodía en invierno entre sus calles de cuento. La semana pasada nos pusimos las botas en Cabolafuente, descubriendo sus vestigios del pasado celtíbero y sus rutas de las fuentes, con las que podemos hacer senderismo y conocer un poco la historia de este lugar rodeado de agua que brota de cualquier parte. Esta semana no haremos ningún repaso por tiempos pasados, ni os contaremos curiosidades de este pueblo bucólico del que uno sale encantado. Nos vamos a dedicar a ofrecer las sensaciones que percibe un paseante a través del silencio de las calles de Somaén, un lugar que no debes perderte.






El viaje de este fin de semana en el que #MePongoLasBotas comienza en la antigua N-II, en el tramo entre Arcos de Jalón y Lodares de Medinaceli, en el que recorre el Cañón del río Jalón encajada entre sus escarpadas paredes y vigilada por la mirada atenta de Buitres Leonados y otras rapaces. El Jalón, que transcurre paralelo a la N-II, hace un espectacular meandro sobre el que se erigen hacia lo alto Somaén y su Castillo, ahora rehabilitado como magnífico restaurante y hotel, en el que podemos terminar nuestro paseo con una buena comida. 


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El río es cruzado por un puente para entrar desde la carretera al pueblo de Somaén. El pueblo se reparte entre callejones, cuestas y escaleras, en su subida de la ladera hacia el Castillo que lo corona, construido en el último cuarto del siglo XIV por Bernardo de Bearne, primer conde de Medinaceli, posiblemente sobre alguna atalaya u otro tipo de fortificación de origen musulmán. Contaba con dos torres, como el vecino Castillo de Montuenga de Soria, pero una de ellas se derrumbó. La torre que aún permanece en pie es de planta pentagonal y muy alargada, su aspecto recuerda a la quilla de un barco. Esta torre, a la que se accede a través de un arco ojival, poseía originalmente cuatro plantas, pero hoy día tiene una cubierta adicional sobre la que se han construido habitaciones del Hotel.






Pero del Castillo de Somaén ya hemos hablado en otras ocasiones ampliamente, así que hoy nos dedicaremos a pasear los rincones de este pueblo, que vive un nuevo esplendor desde que, hace 40 años, Manuel de la Torre comprara el Castillo y comenzara la construcción de las casas que ahora dan carácter al pueblo. Lo parejo de sus fachadas y el buen gusto con el que están acabadas, hacen de Somaén un lugar con encanto que ahora aparece en todas las clasificaciones y rankings de los pueblos más bonitos de la provincia de Soria y, por qué no, de España. 


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Subiendo por los callejones que mezclan piedras con plantas, el sol de cuela entre los árboles que coronan la montaña sobre la que se asienta Somaén. Plazuelitas y callejuelas adoquinadas se encuentran por doquier en Somaén, generando energías en las que se encontraría cómodo cualquier artista para crear su obra. Aquí, viven por temporada arquitectos, escultores, pintores y algún escritor, que aprovechan el silencio y la especial luz de cada rincón para alimentar a las musas de sus creaciones. No sería extraño que surgieran aquí iniciativas para utilizar la fuerza creativa que invade a cualquiera que visita Somaén y se deja poseer por sus encantos.


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Es imposible pasear por Somaén siguiendo una ruta que hacer. Lo suyo es dejarse llevar por donde quiera conducirte el pueblo. La mezcla entre las nuevas construcciones de estética rústica, que lo hacen tan bello, con otras abandonadas al paso del tiempo, unida con el silencio que domina y con el que puede escucharse hasta el viento, hacen que en este paseo se nos pare el segundero y tan solo deseemos hacernos aquí eternos. Somaén tiene embrujo, desde el río y sus huertos, pasando por la plaza donde nos imaginamos escuchando en verano un concierto, o caminando por sus calles escuchando nuestros pasos al compás de los latidos de este lugar de cuento.





Somaén es un festival de sensaciones que nos invaden con solo dar un paseo y lo tenemos a nuestro alcance, sin tener que pagar un euro, para pasar una mañana de sábado agradable aunque apriete el frío del invierno. Este es de los lugares que nadie debemos perdernos. ¿Vienes a visitarles? Yo, aquí os espero. Hasta la semana que viene altojaloneras y altojaloneros.


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