¿JUGAMOS A PELOTA? -SOMAÉN 1752

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Decía Guillermo Durand, obispo de la ciudad francesa de Mende, allá por el siglo XIII: “Si alguien muere súbitamente entregándose a juegos usuales como el de la bola o el de la pelota, puede enterrarse en el cementerio, porque no hace mal a nadie".


De esta afirmación del señor obispo, podemos sacar algunas conclusiones claras. Por un lado, que el juego de pelota ya era algo habitual, al menos en nuestro país vecino. Y que era un deporte sano, ya que no hacia daño a nadie, y eso te permitía ser enterrado en caso de expirar en pleno partido. Todo muy sano y tranquilizador. La costumbre de jugar a pelota parece que viene de lejos, griegos y romanos ya lo practicaban.


El Diccionario de Autoridades (Madrid 1726-1739) define el juego de pelota de la siguiente forma:       

“Diversión y ejercicio honesto que ordinariamente usan los nobles y gente honrada. El cual se practica ajustando el partido tres a tres, cuatro a cuatro. En cada partido hay uno que saca, otro que vuelve y otro que contrarresta. Juéguese con unas palas de madera enhervadas, aforradas de pergamino, con que se arrojan la pelota”.         


Una vez sabidas las reglas del juego vamos a jugar a pelota con los somaeneros, pero no los de ahora, sino los de 1752.


Sabemos que en Somaén se jugaba a pelota gracias al registro de bienes del vecino Juan de Miguel, que aparece en el Catastro de Ensenada. Tras describir las medidas de la casa de Juan de Miguel, se dice que la casa linda a “poniente con el juego de pelota”. Ya tenemos el terreno de juego, ahora vamos a buscar a los jugadores.


Los alcaldes Manuel Berrueco de 63 años y Juan Bodega de 61, ya no parece que estuvieran para mucho juego. El cirujano del pueblo, Xavier Salaberri, de 69 años e impedido, menos. Andrés Casado, de 49 y pastor, no se yo...


No así Matías Pascual, pastor de 27 años; Felipe Pascual, cardador de 23; Blas Canfranc, cestero de 28; Labradores como José Martínez, de 31, Alfonso Miguel de 38 y Juan Berrueco de 35. Si además añadimos una buena chiquillería de mozos y mozas de entre 15 y 20 años, podemos formar un buen equipo. Nos olvidábamos del párroco José Díez, de 32, también en edad de jugar, así como el joven sacristán. Además de un nutrido grupo femenino que también estaría, por edad, en condiciones de jugar a pelota. Vamos, que en el Somaén de 1752 había personal para montar un torneo.


Pero no debía tener demasiada importancia quien jugaba y quien no. Al final jugaban todos, los que le daban a la pelota y los que apostaban. Vamos, que aquel juego honesto de gente honrada se debió convertir en una casa de apuestas al más alto nivel. A tal grado llegó el problema en España, que la Corte emitió en 1759 un edicto dirigido a alcaldes de casa y corte, que decía tal que así: “…que recorran todos los parajes públicos, Mesas de Trucos, Juegos de Pelota y Raquetas…y dieran cuenta de lo que vieran”. Y que se vigilase especialmente a los solteros.


¿Pero alguien en su sano juicio puede pensar que los alcaldes, incluidos los de Somaén, iban a denunciar a los vecinos que apostaban en el juego de pelota? En 1780, el Consejo Real, encarga a Jovellanos un trabajo para conocer y acotar los juegos de pelota. El título, lo dice todo: “Memoria para el arreglo de la policía de espectáculos y diversiones públicas “. El juego (de azar) y la pelota, estaban en un descontrol tal, que hubo que poner en marcha una policía de espectáculos, con resultados poco satisfactorios.


Quién no recuerda a sus mayores “echando la partida" en el bar del pueblo. Lo que cuesta seguramente más es imaginarnos a nuestros antepasados jugando a algo parecido al tenis, y menos en estos pequeños pueblos del Alto Jalón. Donde por increíble que parezca siempre pasan cosas.


Que interesante sería volver a 1752, solo un momento, y decirles a aquellos somaeneros un lacónico “Jugamos a pelota”. Ante la presencia de los alcaldes Manuel y Juan que seguramente dirían, vosotros jugar y nosotros a apostar. Claro que necesitaríamos a un vigía que nos advirtiera de la presencia de la policía de espectáculos.


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