PARECE QUE EL TAMAÑO ES LO QUE IMPORTA

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En el mundo rural llevamos ya casi cincuenta años necesitados de tomar decisiones en favor de nuestros pueblos, y no de un sistema que se propone vaciarnos para esquilmar sin oposición nuestro patrimonio y recursos naturales. Poseemos mimbres y puntales donde agarrarnos y sostenerlos para hacer de nuestros hogares lugares más habitables, y detener así el éxodo hacia las ciudades. Pero no somos capaces de cogerlos, dando manotazos ciegos deslumbrados por las luces de neón de las capitales. 


Nos han convencido de que el éxito está en tener vidas agobiantes a cambio de poder pedir un perrito caliente a las tres de la madrugada, y también de que los servicios rurales no son buenos porque, al ser pocos, no resultan rentables. Nos hipnotizan con ecos de que la cultura está en las ciudades y de que en los pueblos no se tendrá nunca oportunidades para hacer lo que queremos, pues somos tan pequeños, que no somos importantes. Nos inculcan que para hacer cosas "grandes" y crecer en nuestra profesión, tenemos que hacerlo todo en una gran urbe, o seremos unos "don nadies" a los que no les ponen un montón de likes en Instagram, método habitual ya de valoración para saber quién es importante, el tamaño de tus redes sociales.


En un sistema global, todo esto es cierto. El tamaño del núcleo urbano importa más que la calidad de vida de sus habitantes. Ante el imperio de la economía, necesitamos amontonarnos todos como vacas en macrogranjas para ser sociedades rentables, y así nos hemos movido durante el último medio siglo, buscando el beneficio económico de cada una de nuestras necesidades y haciéndonos dependientes de servicios no esenciales que nos hacen manejables. Además, nos hemos convencido de que para ser "importantes", tenemos que vivir en las ciudades. 



Esta semana en el Alto Jalón, hay muchos ejemplos que demuestran que nos engañan como a parvulitos en sus primeros días escolares. En Madrid Fusión, Restaurante Duque y Olivo de Soria han enseñado que para ser importantes y conseguir despuntar en tu sector, no hace falta trabajar en una ciudad, sino que desde el pueblo se puede crear, soñar, construir y evolucionar igual o mejor. La Fundación DEARTE y su premio FUNDOS a mejor iniciativa social privada nos hace pensar que desde una pequeña localidad como Medinaceli, se puede programar cultura de un nivel que no envidia en nada al de las capitales; y Atelier Galería del Arte y Monteagudo de las Vicarías les secundan abriendo su primera Feria Outlet de Arte Contemporáneo Internacional, un lugar donde comprar obras de Arte de calidad a precios populares en una iniciativa pionera. Todo ello aquí, en el corazón del Alto Jalón y de la España despoblada. Demostramos con calidad que en el pueblo se pueden hacer las cosas tan bien o incluso mejor, aunque quizá no tan rentables para los mercados bursátiles. 


Más allá del nivel y la calidad de la acción, el tamaño es lo que hoy importa en este mundo sin freno, devorado por un capitalismo atroz que nos quiere muertos a los pueblos. Como somos pocos, el tren cada vez es peor, y encima no salimos a defenderlo, porque como el servicio es tan malo, si nos lo quitan no lo echaremos de menos. Necesitamos vivienda, y de eso, también carecemos, pero dejamos que se derrumbe por falta de mantenimiento la casa de nuestros abuelos. ¿Quién se va a venir a vivir a nuestra tierra si no hay casas con calefacción? Hace falta una gran inversión en transporte público, vivienda y servicios para la población si queremos revertir este proceso de despoblación. ¿Quién puede hacerla? Los políticos, por supuesto, pero estos también miran el tamaño, en su caso el de las urnas. Somos tan pocos votantes que no echan de menos tomar decisiones que no nos sean favorables.


Vivimos tiempos de revolución. El Mundo está que arde entre guerras militares y económicas, que se suman a un cambio climático del que ya nadie duda, pero al que tratamos como si no nos afectase. El Planeta está clamando por un cambio. Nos pide que dejemos de mirar la rentabilidad para pensar en la sostenibilidad. Nos pide que avancemos hacia atrás para volver a una vida más acorde con el medio natural. Nos pide que volvamos a organizarnos en pequeñas comunidades que se gestionen de forma más sostenible y que la globalización pase a formar parte de un pasado al que deberíamos tachar de inadmisible. Nos pide que dejemos de crecer, que el tamaño no es lo importante... Pero nosotros, a pesar de lo que la pandemia y las consecuencias de la guerra nos enseñan, seguimos empeñados en eso de "burro grande, ande o no ande". Algún día despertaremos y, me temo, será, como siempre, tarde. ¿De verdad es el tamaño lo importante?

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