EL ROBO DE LA VIUDA-CHAORNA 1919

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Volviendo a Chaorna, me viene a la memoria el famoso sermón del párroco de dicho pueblo, allá por 1772, del cual ya dimos cuenta en su momento. En él se hace referencia a la viuda de Morcillo Andrés y a la viuda de la huertecilla, y a” las cosas primorosas” que le contaban al señor párroco en su cuarto y en el confesionario. Debían ser cosas muy escandalosas a tenor de como pone el señor cura a los vecinos de este precioso pueblo soriano.


A la viuda de esta semana le ponemos nombre y apellidos. Isabel Monge Huerta era una joven que, tras perder a su marido, había encontrado de nuevo el amor en el joven Juan Gregorio Aznar, de veintiséis años, y vecino de Bijuesca, pueblo zaragozano a orillas de nuestro querido río Manubles.


La relación iba viento en popa y los novios llevaban la idea de casarse. Parece ser que la situación de la pobre Isabel era muy precaria. Tanto, que parece ser que la familia de Juan le había prestado 1250 pesetas. Un dineral de la época.


Viendo Isabel que no podía devolver el préstamo a la familia de Juan, simuló un robo. Así que ni corta ni perezosa, se dirige a la Guardia Civil de Arcos, para decirle que le han sustraído 1250 pesetas y que cree debió ser ¡el novio!


Lo que Isabel no podía sospechar es que los agentes de la benemérita iban a buscar a Vinuesa al novio y presunto autor del robo y traerlo ante la presencia de Isabel en Chaorna, para someterlos a un careo.


La cara de los dos debía ser un poema, máxime cuando Isabel, viéndose acorralada, confesó que a ese señor no lo conocía de nada. El novio de la susodicha Isabel no debía dar crédito. Me voy a casar con una señora que dice no conocerme de nada, debió pensar el pobre Juan.


Suspendido el esperpéntico careo, la cosa quedó en nada. Pero el remordimiento de Isabel debía ser mayúsculo. Tanto que pasados unos días volvió a acusar a su novio. La guardia civil, con un mosqueo monumental volvió a buscar a Juan, de nuevo a su pueblo y otra vez para Chaorna y venga vamos a por el segundo careo.


En el segundo careo, hubo avances sustanciales. Para empezar Isabel ya reconocía a Juan como su novio, para alivio de la benemérita preocupada por ir a buscar al sufrido novio por tercera vez a Bijuesca.


El novio sacó a la luz que su novia había pedido a su familia la cantidad de 1250 pesetas. Ahora si la novia confiesa que había simulado el robo, “para que la familia se compadeciese de ella”.

Muchos de los delitos de la época eran de pura subsistencia, el hambre apretaba y este tipo de situaciones eran bastante frecuentes.


Pero… ¿aparecieron las 1250 pesetas? Al revisar la casa de Isabel, el dinero apareció en el jergón, como en las películas.


La noticia termina aludiendo que la guardia civil “llevó con harta paciencia lo sucedido” y que “los novios ya están muy tranquilos”.


Me inclino a pensar que fueron felices y comieron perdices. Pero menos mal que el famoso “cura de Chaorna”, ya era historia, que sino les monta otro terrorífico sermón a los buenos vecinos de Chaorna.

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