EL HUERTO

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Fernando benamira


Con la llegada de octubre y el fresco, empiezan a notarse los nuevos paisajes otoñales y nuestros huertos no se escapan ante tal ciclo de la vida.



Es habitual que en cada pueblo, por muy pequeño que sea, de nuestra comarca y adyacentes se trabajen pequeños huertos familiares. El principal objetivo del mismo y por lo que una persona hace uso de él no es que tengamos unos alimentos más saludables; o que el/la hortelan@ de turno tenga una mejor forma física al cuidarlo; ni mucho menos buscar una economía sostenible y de cercanía. El único y principal uso y motivo del huerto es PARA PRESUMIR. Y es que no verás a nadie decir que los tomates o pimientos de su huerto son malos, no no, al contrario, los suyos los mejores y los de el de al lado una “mierda” en el mejor de los casos. Además como seas bastante más joven de la media de “edad hortelana” (es decir, por debajo de 70 años, cosa que cumplo con creces) los de tu alrededor te miran, y te ayudan, con nostalgia y diciendo: “joven ignorante, que ilusión le pone, jeje”; hasta que, cual Numancia contra el Barça o Sheriff contra el Madrid en Champions, sacas unos tomates y pimientos de primeras que les pintas la cara a todos, ahí ya empieza la “competición” de verdad en la que TU, joven iluso, no tienes nada que hacer ni aportar. Vamos, que eres como Isabel II de Inglaterra pero respirando.



Fijaros como es la cosa de ver quien tiene los mejores productos de la huerta que en esta parte del Alto Jalón la cafetería Mopal de Medinaceli – Estación organiza un concurso para ver quien tiene el tomate más gordo de la zona (que verás tu el día que el concurso no sea del tomate, poneros a temblar), que es más o menos la Champions de los tomates que ríete tu de Murcia.


Algunos hortelanos, jubilados normalmente, suelen conversar con los colegas, también hortelanos, y entre chascarrillos, que teniendo el huerto se entretiene, así no ve todo el día a la mujer y es feliz, pero la realidad es que la que si que está contenta de verdad durante los meses buenos del huerto es la propia compañera de no tenerle en casa cual Ni-Ni en el sofá que es peor que un parásito. Luego cuando toca embotar esa felicidad se les pasa a ambos.



Hablando de parásitos. El huerto tiene ciertos enemigos que hay que sofocar a la mayor brevedad posible si quieres que el trabajo que durante tantos meses has realizado superando, con creces, el trabajo de todo el Senado en un año, de sus frutos. Estos “enemigos” son de varias clases y tenemos varios ejemplos como la araña roja, el corzo o la vecina o vecino al grito de “ese tomate tan majo de la mata se le va estropear” (y está aún verde) y las soluciones son muy variadas y aunque lo más común es poner una malla o valla con cerrojo que queda más inaccesible que Guantánamo, al final no te líes, pues mientras estás leyendo esta crónica ese corzo que te lleva dando guerra todo el verano está, ahora mismo, comiéndose tus acelgas.



Lo bueno del huerto y de esa “competición sana” que se forma es que a ti, joven iluso, que te da igual si el tomate es gordo o no y aunque no cuides el huerto, te puedes llevar cestas que te van dando los hortelanos jubilados de todo lo que les sobra y así parece que hasta tu huerto es el mejor. ¿Y por qué te lo dan? Porque como la mujer tenga que embotar otro pimiento lo manda a Huelva a recoger la fresa.



Un saludo y si este año no hiciste huerto es tu momento de que te cojas una mulilla y en cualquier terruño que tengas lo prepares, que siempre tendrás a un vecino con huerto que te


ayudará y así, cuando no puedan más, aprendes tu a embotar que tampoco te irá mal. 


Un abrazo!!

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