Septiembre, octubre e incluso noviembre y diciembre, si vienen bonanzosos los días, son los grandes aliados de las setas, ese manjar tan apreciado por los buenos gastrónomos. Coger setas exige patear el monte durante largas horas. Y es que, con excepción del champiñón, la seta de cardo y la trufa negra que pueden cultivarse, el resto de las setas no pueden encontrarse más que en su hábitat.
Las setas son un alimento sano y exquisito. Tienen un porcentaje de agua hasta de un noventa por ciento, lo que hace que su aporte calórico sea prácticamente nulo. Dadas las condiciones apropiadas de humedad en el suelo y agradables temperaturas, entre dieciocho y veinticinco grados, se pueden producir en abundancia.
Los boletus edulis pueden crecer en tres o cuatro días, otras como el Coprinus Comatus se desarrollan y estropean en horas, algunas especies pueden estar en la tierra sin parasitarse hasta diez o doce días.
Tienen múltiples aplicaciones culinarias, rebozadas, fritas o revueltas con huevo. Los níscalos, hechos a la parrilla con el solo aditamento del ajo y de perejil son exquisitos.
Después de unos días de lluviosos, a los que siguen otros templados de sol, puede ser una jornada propicia para salir al monte.
Pero recuerda, no comas lo que no conozcas perfectamente y por si acaso, lleve dinero ¡ en algunos lugares hay que pagar por recoger setas !
JALON
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