LA POLÉMICA MUERTE DEL MATADOR ALHAMEÑO JUAN ANLLÓ, 'NACIONAL II', NACIDO HACE HOY 126 AÑOS

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Hace exactamente 126 años, un 11 de enero de 1897, nacía en Alhama de Aragón Juan Anlló Orrío, quien fuera más conocido en su época como 'Nacional II', un gran torero destacado de la década de los años 20 del siglo pasado cuya prematura muerte, a los 28 años cuando se encontraba en lo más alto de su carrera como matador, causó un gran impacto y polémica en la época que todavía hoy se recuerdan en la localidad zaragozana del Alto Jalón.


Hermano de los también toreros Ricardo 'Nacional I', Eduardo 'Nacional III' y Ramiro Anlló 'Nacional IV', nuestro protagonista de hoy, Juan, debutó como novillero en Cáceres, en 1918 alternando con los novilleros Pacorro e Hipólito. El 3 de agosto de 1919 actuó por primera vez en Madrid, enfrentándose a novillos de Francisco Trujullo. Dos años después, el 21 de septiembre de 1921, tomaría la alternativa en Oviedo de manos de José García 'Alcalareño', con toros de Matías Sánchez, y con su amigo Emilio Méndez como segundo espada. La alternativa la confirmó cuatro días más tarde en Madrid, con toros de la misma ganadería de manos de Luis Freg. 


Durante las siguientes temporadas obtuvo sonados éxitos que lo situaron en un lugar destacado del escalafón taurino. Sin duda fue un torero de valor, que se arrimaba mucho al toro y que se abrió paso en la profesión gracias, esencialmente, a su temerario toreo. 'Nacional II' supo mantenerse en la cima durante las temporadas sucesivas, siendo un torero solicitado y discutido en todas las plazas durante los siguientes años previos a su muerte, que le llegó cuando se encontraba en el mejor momento de su carrera profesional como matador de toros, solicitado y admirado en todas las plazas de toros de España.


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A la izq. la suerte del 'puente de la muerte' de Juan Anlló.


El torero alhameño murió el 6 de octubre de 1925, a consecuencia del botellazo recibido en la Plaza de Toros de Soria en el transcurso de una trifulca ocurrida en los tendidos, donde se encontraba como espectador. Tenía todas las papeletas para morir corneado por un toro, pues 'Nacional II' fue un torero que los libros definen como de valor brutal y temerario, y que incluso ha pasado a la historia de la tauromaquia por su dramático pase "el puente trágico”. Sin embargo, cosas del destino, a sus 28 años, Juan Anlló se encontraba en el mejor momento de su carrera como matador y encontró la muerte en una plaza de toros, pero no para morir como un torero, de una cornada en el albero, sino de un golpe en la cabeza con una botella propinado por otro espectador en el tendido.


El 4 de octubre de 1925, Anlló asistió a una corrida en Soria como espectador y allí murió víctima de un incidente que fue muy comentado por la prensa y la afición en todo el país. Durante la corrida, en la que actuaba su amigo Emilio Méndez, quien fuera su segundo espada cuando 'Nacional II' tomó la alternativa, se suscitó una reyerta en la grada. La bronca llegó incluso al hecho de que algunos espectadores llegaron a arrojar monedas de diez céntimos al rostro del torero. Méndez, desde el ruedo, se encaró con esa parte del público, recriminándoles sus actos, y provocando que esos espectadores subieran un grado en la gravedad de los insultos, mentando a la madre del torero. 'Nacional II' no aguantó más y se desplazó hasta donde estaban esos espectadores para afearles su actitud, y así defender a su colega. Se fueron encendiendo los ánimos y Anlló golpeó a un espectador, Antonio Cabrejas, a lo que inmediatamente el espectador, respondió arrojando una botella de vidrio vacía a la cabeza del torero. 'Nacional II' recibió un fuerte botellazo que lo dejó maltrecho, aunque en un principio no se le dio demasiada importancia a la lesión. 


El diestro, herido de muerte aunque sin saberlo, fue detenido por las fuerzas de seguridad junto a los otros trifulcantes y conducido a la celda de la comisaría de Soria por haber participado en aquel escándalo. Los dos heridos, el espectador golpeado con el bastón y el torero que recibió el botellazo, terminaron en la enfermería de la plaza, siendo diagnosticados: el espectador con heridas graves y el torero con heridas leves. A la vista de lo ocurrido, el juez que estaba presente en la plaza ordenó que el torero fuese trasladado a la cárcel y que el espectador se fuese a la casa de su padre para reponerse de las heridas. 


Una vez en la celda, su estado se fue agravando como consecuencia de la brecha que tenía en la cabeza, pero en un principio no se dio importancia a su estado desorientado y balbuceante, pues se pensó que era motivo del abuso del alcohol. Avisada su familia una vez que se comprobó que su estado era causado por el golpe en la cabeza, se requirió la presencia de los médicos con urgencia, llegando a Madrid desde Alhama de Aragón el médico local de entonces, Don Adolfo. El juez autorizó que el torero saliese de prisión para que fuese atendido en el hospital o en el hotel donde estaba alojado. El torero fue intervenido de urgencia por varios médicos que no consiguieron salvarle la vida. 


Muerte

Velatorio de Anlló en el Hotel Comercio de Madrid


Su muerte tuvo una amplia repercusión en la prensa, por ser él quien era y por la extraña manera de morir de un torero de valor. "Así desapareció de la escena taurina un diestro en el que la valentía, el amor propio y la voluntad formaban una poderosa fuerza motriz, y por esto fue tanto más sensible para los aficionados tal pérdida", tal y como detallaba por entonces el escritor taurino José María Cossío, autor de la monumental obra dedicada a la tauromaquia 'Los Toros'. Poco después, el espectador al que se había dejado en libertad ingresaba en prisión. Se instruyó un sumario desde el primer momento y un año después hubo un juicio con bastantes incongruencias entre los testigos, pero al final el espectador fue condenado a seis años de prisión. Esta pena, gracias a un indulto solicitado por muchos sorianos, fue conmutada, en el tiempo que quedaba por cumplirse, por destierro a más de 25 kilómetros de distancia de la ciudad de Soria.


Llegaba así el final de los días de gloria de Juan Anlló 'Nacional II', uno de los maestros más representativos del toreo aragonés, con un valor, según cuentan los críticos contemporáneos a él, que rayaba la brutalidad. Se ceñía a los toros en los lances de capa y con la muleta, echando el busto sobre el morrillo de los toros, lo que debido a su gran estatura, producía una dramática sensación en la suerte a la que gráficamente llamaron en aquella época "el puente trágico". Un torero, su vida y sobre todo su muerte, que suscitaron ríos de tinta en la época de escritores tan famosos como Wenceslao Fernández-Florez, Ernest Hemingway o Camilo José Cela.



Agradecimientos a Honorio Martínez Martínez por su información y a la web www.piquera.sanesteban.com que recoge el suceso.

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