PARIENTES

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El residente


     Si nos ponemos a despotricar sobre los parientes, nada mejor que la familia política. Acogemos con suspicacia y prevención a los parentescos sobrevenidos…… Indefectiblemente siempre se recita a la suegra, luego al yerno y la nuera y, por último, la incorporación más reciente a esta nomina, el cuñado; orador de sobremesas y tertulias familiares, convertido en mesías con recetas infalibles para cualquier dilema moral o problema cotidiano. El “cuñaismo”(hoy en auge en cualquier familia que se precie) es el último eslabón del recelo que sentimos hacia lo que viene de fuera.


        La victima más antigua de este prejuicio es, sin duda la suegra, su desprestigio se remonta a sociedades donde las recién casadas dejaban su hogar para vivir en casa del marido. Se especulaba con que la joven esposa en cuanto convivía con la matrona estaba condenada a enemistarse. La ruptura de las parejas en muchas ocasiones, tanto en la literatura costumbrista de la época como en la vida social pasada, se achacaba a las malas intenciones de la suegra, se les endilga a estas pobres mujeres aviesas intenciones, probablemente casi siempre poco fundadas.


       El tópico sigue tan vivo, que incluso en nuestros días inspiro el nombre de un ridículo juguete, muy usado en los cotillones de fin de año: “ el matasuegras”, llamado así en alusión a la supuesta lengua larga y venenosa de las madres políticas. La humillante caricatura de las suegras parece obviar que hoy nuestra sociedad se tambalearía sin los cuidados y el afecto generacional que trenzan las abuelas con sus nietos, cubriendo el tiempo que padres y madres trabajadoras no les pueden dedicar.


      Teniendo en cuenta que antes o después acabaremos convirtiéndonos en viejos y por tanto en una carga que hasta los más allegados intentaran quitarse de encima con la coartada más creíble posible. Deberíamos meditar y más en estas fechas navideñas sobre la vejez, la compañía y los frágiles lazos que tejen las familias.


        La unión y empatía entre “los nuestros” y “los de fuera” puede ser el mejor remedio para terminar la partida según nos vayan faltando las piezas más afines en el tablero. El cuidado de ancianos por la familia directa es cosa( en general) del pasado; residencias y extraños contratados( casi nunca con la formación necesaria) cumplen esta delicada función.


       Los mayores, los viejos, ahora en frías(aun con la calefacción a tope) residencias sufren como nadie la soledad y el miedo……no tiene fácil solución, más teniendo en cuenta que, solo los viejos o los santos saben cuidar a los viejos.


     Los parentescos se construyen, como los afectos, lo mismo da que provengan de la consanguinidad o sean adquiridos por imperativo legal, tanto unos como otros se deben cuidar y cultivar, huyamos de los estereotipos y palabras hirientes cuando no vayan acompañados del buen humor.


      Con “los de fuera” se pueden forjar equilibrios particulares que lejos de tener connotaciones peyorativas, encierran diálogos y actuaciones que, pueden acabar determinando nuestros últimos afectos.


     Una vez que sabemos que son otros tiempos y que nuestros hijos es muy difícil puedan dedicarnos su tiempo, pensemos en los que quedamos, tanto de sangre como de calle, nuestros iguales. Una suegra puede terminar siendo tu mejor compañera …..e incluso un “cuñao” puede terminar siendo un amigo y quien apriete por última vez tu mano…. y, en algún caso, si es necesario, quien confunda debidamente dosis y medicamentos.

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