"CHICA, SI TIENES ALGÚN ENEMIGO EN EL PUEBLO QUE TE ESTORBE, AHORA PUEDES QUITÁRTELO": EL LIBRO QUE RECUPERA LA MEMORIA DEMOCRÁTICA EN TORRIJO

|

Lu00e1pidas


El año 2010 marcó un hito en la memoria histórica de Torrijo de la Cañada. Gracias al esfuerzo de la Agrupación de Familiares de vecinos de Torrijo de la Cañada asesinados durante la Guerra Civil Española y de la asociación A.R.I.C.O., se lograron recuperar los restos de los torrijanos secuestrados y ejecutados en la finca de La Torca, en Cetina. Aquellos hombres, víctimas de la brutal represión franquista tras el golpe de Estado del 18 de julio de 1936, fueron asesinados en un intento de erradicar cualquier disidencia política en el municipio. Sus restos, primero enterrados en el cementerio de Cetina, fueron trasladados definitivamente a Torrijo de la Cañada el 4 de septiembre de 2011, restituyendo así la dignidad a sus nombres y sus historias.


La historia de estos asesinatos y las vejaciones sufridas por sus familias ha quedado plasmada en el libro Escríbeme a la Tierra, de Nacho Moreno Medina, que recoge testimonios clave sobre la represión franquista en Torrijo. Así lo han recordado desde la Asociación Por qué no en Torrijio? al hilo de la reciente permisividad del Ayuntamiento de Alhama de Aragón con la Falange después de bloquear la emisión de un documental memorialista.


Entre los testimonios recopilados en el libro, fue determinante el relato de Dionisio Vela Máñez, quien detalló el contexto de extrema necesidad en el que vivían los jornaleros y pequeños agricultores de la localidad antes de la guerra, las iniciativas para repartir tierras entre las familias más desfavorecidas y la brutal represalia sufrida por aquellos que apoyaron estas políticas.


El horror de la represión franquista en Torrijo

El 24 de julio de 1936, la Guardia Civil de Calatayud ocupó Torrijo de la Cañada, instaurando un ayuntamiento afín al golpe de Estado y una "guardia cívica" de delatores, conocida como Acción Ciudadana, que facilitó la posterior represión. El 28 de agosto, Constantino Felipe Gascón "El Chocas" se convirtió en la primera víctima del régimen, ejecutado por instar a sus vecinos a no enviar a sus hijos a combatir en el bando franquista.


Los días 27 de octubre y 30 de noviembre de 1936 fueron los más oscuros para la localidad: 29 hombres fueron sacados de sus casas, acusados de pertenecer a la UGT o simplemente por enemistades personales con los afines al nuevo régimen. Fueron llevados en camiones hasta Munébrega y el Mercado de Abastos de Calatayud, desde donde fueron trasladados a Cetina, La Bartolina o el Valle de los Caídos, en fosas comunes que los ocultaron durante más de ocho décadas.


La localización de estas fosas fue un proceso arduo, agravado por decisiones políticas que atentaban contra la memoria histórica. En Calatayud, por ejemplo, el Barranco de la Bartolina, donde yacen restos de represaliados, fue convertido en un vertedero de basura por el Ayuntamiento gobernado por el Partido Popular, lo que dificultó la recuperación de los cuerpos y sumó una nueva afrenta a los familiares.


Castigos y humillaciones a las familias de las víctimas

El asesinato de estos hombres no fue suficiente para el régimen franquista. Sus familias fueron perseguidas y castigadas económicamente, viéndose obligadas a pagar multas impuestas por el Decreto 108 de Expropiación, aprobado el 13 de septiembre de 1936. Esta normativa sancionaba a "izquierdistas, frentepopulistas y sindicalistas", dejando a las viudas y huérfanos en una absoluta miseria.


Un jurado compuesto por un guardia civil, el alcalde, el juez municipal, el cura y tres vecinos afines al régimen se encargaba de dictar las sanciones. Sus dictámenes llevaron a la confiscación de tierras, casas y bienes personales, condenando a las familias al hambre y la indigencia. Además, las mujeres fueron sometidas a humillaciones públicas: cortes de pelo al cero, paseos forzados por el pueblo y un desprecio absoluto por parte de los nuevos dirigentes locales.


Testimonios que revelan la brutalidad del régimen

Uno de los relatos más estremecedores recogidos en el libro de Nacho Moreno Medina es el testimonio de Anais Cid, sobrina nieta de Constantino Felipe Gascón "El Chocas". Según cuenta, su tío, sabiendo que sería ejecutado, entregó su petaca a Aureliano, un vecino que le avisó de su inminente detención: "No tiene sentido que corra, Aureliano. Tarde o temprano me encontrarán. Quédate con esto (la petaca), yo ya no la voy a necesitar." Décadas después, la hija de Aureliano pudo entregar la petaca a la hermana del Chocas, cerrando así un círculo de memoria y justicia.


Especialmente estremecedora es la confesión recogida en el diario de Demetrio Polo Molinero, "El tío Tape", un superviviente de la represión. En sus páginas, describe cómo logró huir por la comarca de Calatayud y los horrores que presenció, incluyendo las listas de vecinos que serían "paseados". En una conversación escuchada desde su ventana, una vecina, esposa del primer alcalde republicano y después adepta al régimen franquista, le decía a otra mujer: "Chica, si tienes algún enemigo que te estorbe, ahora puedes quitártelo, que estos días va a venir el camión a por más; ya sabes, no tienes más que decirlo, para eso soy la jefa de Acción Ciudadana y daré la lista."


Este tipo de delaciones por venganza personal fueron habituales en muchos municipios, donde viejas rencillas se cobraban con la muerte.


Reconstruyendo la memoria histórica

El proceso de recuperación de los cuerpos en Torrijo de la Cañada no habría sido posible sin la lucha incansable de los descendientes de las víctimas y la aplicación de la Ley de Memoria Histórica, aprobada en 2007 y obstaculizada sistemáticamente por determinados sectores políticos.


Finalmente, en 2010, los restos fueron exhumados de La Torca en Cetina, y en 2011, trasladados al cementerio de Torrijo de la Cañada, donde sus familiares pudieron darles el entierro digno que les fue arrebatado durante décadas.


La lápida conmemorativa en Torrijo recoge los nombres de los represaliados, muchos de los cuales aún continúan desaparecidos en el Valle de los Caídos o en otras fosas comunes. Sin embargo, su recuerdo perdura, y el testimonio recogido en Escríbeme a la Tierra se convierte en un documento fundamental para la memoria histórica de Aragón y de España.


Porque, como decía el general franquista Emilio Mola, arquitecto del golpe militar de 1936: "Hay que sembrar el terror, hay que dejar la sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni valoraciones a todos los que no piensen como nosotros." 


Esa fue la consigna que guió la represión en Torrijo de la Cañada y en tantos otros pueblos de España. Pero hoy, gracias a la memoria, la dignidad de sus víctimas ha sido restaurada.

   EL BAR KAÑAMÓN DE ALHAMA DE ARAGÓN PROYECTARÁ ESTE SÁBADO EL DOCUMENTAL MEMORIALISTA CENSURADO POR EL AYUNTAMIENTO

Comentarios

ARTÍCULO DEL DÍA