ARCÓBRIGA, AL LÍMITE: ABANDONO Y PROMESAS INCUMPLIDAS PONEN EL RIESGO EL YACIMIENTO CELTÍBERO-ROMANO

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Ruinas arcóbriga


La situación del yacimiento de la ciudad celtíbero-romana de Arcóbriga ha alcanzado un punto límite. Más allá de la invasión de vegetación sufrida este año —que esperamos sea una circunstancia puntual—, las continuas desconsideraciones hacia un enclave declarado Bien de Interés Cultural (BIC), de singular importancia en la Historia Antigua de la Península Ibérica y representativo del Alto Jalón, resultan ya insoportables.


Arcóbriga fue declarado BIC en 2003, derivado de su reconocimiento como Monumento Histórico-Artístico según el Decreto publicado en La Gaceta de Madrid el 4 de junio de 1931. A partir de entonces, se vivieron años de cierta euforia administrativa. Con actuaciones humildes pero efectivas, se logró transformar un paraíso de buscadores clandestinos en un espacio digno, con una mínima musealización que fue bien acogida. Se contabilizaron más de treinta visitas guiadas, con un público en constante aumento.


Sin embargo, con la crisis de principios de siglo, todo cambió radicalmente. No solo se paralizaron las actuaciones, sino que no se destinó ni un mísero euro al mantenimiento de lo que tanto esfuerzo había costado lograr. Las consecuencias son evidentes para cualquier visitante.

Y aunque la crisis parece haber remitido en otras latitudes, en Arcóbriga no ha sido así. Mientras otros patrimonios del entorno han recibido presupuestos millonarios, el yacimiento apenas ha contado con una inversión total que no alcanza los cien mil euros.


El colmo ha sido la ejecución de la Concentración Parcelaria en el término municipal de Monreal de Ariza. Se ha perdido la oportunidad de adquirir terrenos que albergan otros yacimientos singulares —como el poblado celtibérico de Vallunquer, la Cueva de las Cazoletas o la necrópolis—. Además, se incumplió la promesa de que un grupo de pequeñas fincas al oeste del Cerro Villar quedarían en manos municipales, fundamentales para una futura expansión de servicios y actuaciones. Finalmente, han pasado a propiedad privada.


Otra promesa rota: siempre se ha anhelado facilitar un acceso cómodo al yacimiento. ¿Alguien puede concebir que, para un bien de esta calidad, situado a menos de quinientos metros de la autovía más importante del país (la A-2), sea necesario un todoterreno para llegar? En tiempos mejores, se rechazó un proyecto de camino viable con el argumento de que la Concentración Parcelaria proporcionaría magníficas comunicaciones. Hoy, con el proyecto de caminos sobre la mesa, se nos informa que la empresa concesionaria no intervendrá dentro del territorio BIC.


Parece que la declaración de protección solo se aplica cuando se trata de intervenir en favor del yacimiento, obligándonos a pasar por una rigurosa Comisión de Patrimonio. Sin embargo, esa misma protección nos excluye de las mejoras más imprescindibles

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