CAMBIAR EL JALÓN, DURANTE UN INSTANTE, POR EL JORDÁN

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Palestina arcos


A veces, lo más doloroso no es lo que ocurre. Es lo que no se dice. Lo que se tapa. Lo que se silencia. En Gaza, ya van más de 60.000 personas asesinadas. 17.000 de ellas, niños y niñas. Lo dicen los datos. Lo dicen los ojos que aún se atreven a mirar. Y aquí seguimos, en el cómodo sofá del primer mundo, con las manos metidas en los bolsillos y la cabeza mirando hacia otro lado. Eso también mata. El silencio mata. La indiferencia mata.


Pero en Arcos de Jalón, ayer, alguien dijo basta. Un grupo de vecinos rompió el muro de la resignación y salió a la calle. No hubo representares institucionales. No hubo mensajes oficiales. No hubo fotos para colgar en redes. No hubo discusión sobre quién salía en primera fila cogiendo la pancarta. No hubo signos ni sentimientos de pertenencia a ninguna banda. Hubo lo importante: ciudadanía. Hubo una ideología: humanidad. Hubo personas que, sin importar su color político, decidieron gritar que lo que está pasando en Gaza no es una guerra. Es una masacre. Es un genocidio. Y nos está retratando a todos.


La artista Prado Vielsa lo expresó alto y claro: si la comunidad internacional calla, hagamos ruido. Ruido con cacerolas, con palabras, con versos, con dignidad. Como el que hicieron también los versos del escritor Antonio de Benito, que unieron el Jalón con el Jordán, en ese puente simbólico entre lo que pasa aquí y lo que duele allí. Porque no hay tanta distancia cuando lo que te duele no es la frontera, sino la conciencia. Porque en Gaza está muriendo la humanidad entera, con su silencio, con el cinismo de quien ve desde el sofá la barbarie, pero la pasa con el dedo en la pantalla porque le resulta molesta, y se entretiene luego con otro vídeo menos doloroso en el que dos gatitos juegan como deberían estar haciéndolo los niños de Gaza en lugar de morir mientras buscan comida debajo de las piedras. La realidad nos llega, pero nos han puesto muy sencillo 'swipear' y olvidarnos de ella.


Ahora llegan las fiestas. El verano. La música. Los reencuentros. Los pueblos se llenan de niños y niñas, de vecinos y vecinas que regresan, de risas, de alegría. Las plazas vacías del invierno se llenarán de vida y de ruido que nos alegra. De ese sonido que debería estar sonando en Palestina en lugar del silbido de las balas y el estruendo de los misiles que desde Israel constantemente llega. El feliz ruido de nuestras plazas estos días, contrasta con el estruendo de la masacre, y con el silencio al que la Comunidad Internacional juega, preocupada más por aranceles y corruptelas, permitiendo el auge de nuevo del fascismo que ya destrozó al Mundo en la Segunda Gran Guerra. Es momento ahora de aprovechar la llegada de todos al pueblo, para mostrar que nuestra comarca no es ajena al dolor de otras personas a las que la vida se les niega.


En el horizonte tenemos el próximo 15 de agosto. Fiestas de San Roque en media comarca, y la otra media, celebra fiestas y reuniones que todos esperan. Arcos, por ejemplo, acogerá La Pijamada: mil personas bailando en pijama... ayer fuimos 80. Perfecto. Pero ojalá este año esos pijamas lleven los colores de Palestina y griten muy alto un "No al exterminio de toda una población entera". Porque mientras aquí bailamos, allí corren para no morir. Mientras aquí nos abrazamos, allí se entierran familias enteras. Porque al ritmo de asesinatos que llevamos en Gaza, como dijo ayer Prado Vielsa, en 10 días, la población infantil de un municipio como Arcos de Jalón sería exterminada.


¿Nos vamos a conformar con celebrar mientras otros mueren? ¿Vamos a dejar que el horror siga pasando en directo mientras miramos para otro lado? ¿Vamos a permitir que los poderosos nos sigan hablando de geoestrategia cuando lo que hay es hambre, metralla y muerte? No hay defensa que legitime esta barbarie. No hay razón que justifique un exterminio total de un pueblo que quería vivir en paz. No hay motivación que explique un genocidio, un atentado contra los Derechos Humanos tan brutal que estamos viendo televisado y ante el que todavía parece que no sabemos cómo reaccionar. 


Esto va más allá de la política. Esto va de humanidad. Va de no ser cómplices. Va de no hacer como si nada pasara mientras todo está pasando. Por eso lo de Arcos no puede ser una anécdota. Tiene que ser una cadena. Que se repita más veces, y que lo haga también en Monreal, Medinaceli, Monteagudo, Cetina, Santa María de Huerta, Alhama, Ariza, Ibdes, Jaraba, Torrijo de la Cañada, Monterde… En cada pueblo del Alto Jalón. En cada plaza de toda España. En cada corazón que aún conserve algo de empatía y que entienda que somos todos de la misma raza, la humana. Porque el Jalón también puede teñirse de rojo. Porque ningún pueblo está tan lejos de la barbarie cuando la barbarie se normaliza. Y porque si aquí no gritamos, el silencio seguirá matando. 


Hagan ruido. Hagan justicia. Y cuando bailen este agosto, que no se les olvide lo esencial: Que ningún disfraz, ropa de peñas, peto o pijama tape la memoria. Que ninguna canción silencie la barbarie. Y que ninguna fiesta borre la conciencia. Esto no va de Oriente Medio. Va de nosotros. Y no es fácil, porque duele, y el dolor es algo ante lo que últimamente nos han enseñado a intentar ser ajenos. Lo entiendo, pero es necesario que empaticemos. Parafraseando a Antonio de Benito, Jalón de Plata 2023 de Cultura," ¡Qué jodido es pensar, empatizar, ponernos en su lugar, y cambiar el Jalón, durante un instante, por el Jordán!"


    'JORDÁN, JALÓN', por Antonio de Benito

    Me acerco hasta el río,

    veo en su reflejo la cara de un niño.

    Las aguas teñidas de rojo,

    de espanto, de hambre y de frío.

    Las manos de un padre alzadas al cielo,

    pidiendo que cese la lluvia de plomo,

    las de una madre con el pecho herido y vacío.

    Atardece en nuestro pueblo,

    en nuestro mundo,

    escuchamos cacerolas, testimonios

    y baldíos anuncios,

    Las palabras ordenadas

    en busca de la inexpugnable paz.

    El poema se atraganta,

    nadie es capaz de escribir,

    pensar o dormir sin un poco de paz y de pan

    Pero no es solo pan con paz,

    ¡qué triste bocadillo!

    urge el derecho a vivir en libertad,

    clama la dignidad del pueblo oprimido.

    Pasear por un castillo,

    por las huertas, un pinar, los Picones,

    la estación ahora yerma,

    cada uno por su vereda y con su caminar,

    enamorarse de una mirada,

    ver morir de viejos a nuestros padres y abuelos,

    vivir, sentir, tener sueños y morir.

    Me acerco hasta el río,

    veo reflejada la cara de un niño...

    Ese río es el Jordán,

    podría ser el Jalón,

    debería ser el Jalón,

    aunque fuera solo por un momento,

    como en un sueño,

    estar en manos del poder de un hostil dueño.

    Desde las Pasaderas hasta el Tejar,

    sin árboles que podar,

    sin tomates ni cereal,

    sin cacerolas con las que cocinar,

    sin el reflejo de unas aguas donde otear un futuro…

    ¡Qué jodido es pensar,

    empatizar, ponernos en su lugar,

    y cambiar el Jalón, durante un instante, por el Jordán!

   ARCOS DE JALÓN ALZA LA VOZ CONTRA EL GENOCIDIO DE GAZA: "ANTE EL SILENCIO INTERNACIONAL, RUIDO"

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