CÓMO GESTIONAR LA IRA

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La ira es una de las emociones que más energía activa en nuestro organismo y la necesitamos para poder reaccionar ante todo lo que consideramos una amenaza o una injusticia. El cerebro eleva la tensión de la sangre y envía más cantidad de la misma a las piernas y a los brazos, por si fuera necesario defendernos físicamente.

Además. este sistema de defensa orgánico también tiene una especie de “limitador”, de tal forma que si la ira va en aumento, llega un punto en el que el cerebro anula la razón y da la orden de destruir aquello que nos enfada para evitar que se produzca una elevación peligrosa de la tensión, un infarto, un ataque de ansiedad, etc.

En definitiva, se trata de un verdadero sistema de supervivencia.

En el fondo todos somos conscientes de que tenemos un límite, a partir del cual podemos “llegar a las manos”, o querer destruir (a nivel físico, social, emocional, profesional, etc.) aquello  que nos enfada.

Así que lo más lógico es que nos marquemos como objetivo evitar llegar al límite, antes de que nos comportemos como “caballos desbocados”.


¿Cómo conseguirlo?

La buena gestión de la ira también se puede entrenar, puede costar un poco al principio pero poco a poco tu cerebro lo convertirá en un hábito y ¡te sentirás liberado para siempre!

Si la ira aparece cuando nos sentimos amenazados o tratados injustamente, lo primero que debemos preguntarnos es:

o ¿Qué considero yo como amenaza o injusticia?

o ¿Estoy siendo realmente objetivo?

o ¿El nivel de amenaza o injusticia se ajusta al grado de mi enfado, o es desproporcionado?

o ¿Estoy enfado conmigo mismo, pero loestoy proyectando en los demás?

Parar y contestarte las preguntas anteriores, te ayudará a reflexionar y a que la razón recupere el control (equivale a contar hasta más de 10 y con más conciencia).

Respira profundamente

Reflexiona e identifica lo que debes aceptar (será todo aquelloque en este momento no está dentro de tu radio de influencia).

Acéptalo cuanto antes, céntrate en lo que sí depende de ti y pasa a la acción. Así podrás focalizartus pensamientos en las posibles soluciones y transformarás el enfado en proactividad y energía positiva.

Cuando estés más tranquilo, no dejes de expresar el motivo de tu enfado o indignación.

Aunque el enfado sea pequeño, no dejes de gestionarlo. Si no lo resuelves se irá “acumulando” hasta que un día “estalles” de una forma desmedida.

Y es que la ira se comporta como un vaso de agua: Si se va llenando y no lo vamos vaciando llegará un momento en el que llegará al límite y con una sola gota de agua se desbordará.


La clave está en procurar tener siempre el vaso bastante vacío por lo que pueda suceder…  



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Montse Martínez. Formadora y Máster en Psicoterapia e Inteligencia Emocional.

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