LOS DOCUMENTOS DE AURELIANO-ALHAMA 1862

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Fue D. Aureliano Fernández Guerra historiador, dramaturgo, arqueólogo y posiblemente el mayor conocedor y biógrafo de Francisco de Quevedo. Había nacido en Granada y era primo segundo del poeta José de Espronceda. De Granada pasa a Madrid, donde ostentará una multitud de cargos.

En junio de 1862, se encontraba Aureliano tomando las aguas en Alhama de Aragón, recuperándose de las heridas producidas al caerse de un caballo.


Se dirigía Aureliano a ver a su madre en Zucheros (Córdoba), a finales de marzo de 1861. Al llegar a La Carolina, deja la diligencia para proseguir a caballo, pues parece que era propenso al mareo. Pasado Baena se cae del caballo, rompiéndose los dos brazos y el dedo pulgar. La benemérita tarda unas siete horas en encontrarlo en un estado calamitoso. No se encontraba Aureliano muy predispuesto para el viaje, pero llevaba años sin ver a su madre. Semejante porrazo y una precaria salud hizo que, a partir de esa fecha, peregrinar por los balnearios españoles en busca de alivio para su atrotinado cuerpo se conviertiera en una rutina.


Estando en Alhama, disfrutando de sus aguas, encuentra unos documentos originales que ilustran hechos de la vida de Quevedo. Encuentra la partida de matrimonio y la de defunción de su mujer. Descubre que esta "no usó ninguno de los dos apellidos con que ha sido conocida hasta ahora, ni estuvo casada con Quevedo pocos meses, sino muchos años", Según lo transcriben los diarios de la época. Pero, ¿qué hacían aquellos papeles en Alhama, cuando la relación sabida de Quevedo es con la ilustre villa de Cetina?


Pues no lo sabemos, pero es posible pensar que, durante la estancia en Alhama, Aureliano pasase por Cetina como buen conocedor de la vida y obra de Quevedo, y fuese allí donde encontrase la documentación. Y pudiera ser que el periodista, que no debía conocer todos los detalles, no diese cuenta de ello. Pero no dejan de ser hipotéticas conjeturas, sin base histórica.


Aquel descubrimiento le permite documentarse más para el tercero y último tomo de las Obras Ilustradas de Quevedo, próximo a imprimirse por aquellas fechas. Para documentarse sobre la obra y vida de Quevedo recurrió a más de trescientas referencias bibliográficas, una salvajada para la época.


En aquella época, las gentes pudientes viajaban por causa de fuerza mayor. Lo más cercano al turismo actual eran los viajes a los balnearios y por motivos médicos. El trasiego de gentes por los baños era ingente, así que por esas mismas fechas el empresario Manuel Matheu ya proyecta la construcción de un gran balneario a semejanza de los europeos.


El Diario de Avisos de Madrid daba buena cuenta de las cualidades termales de las aguas de Alhama: "Buenas para la curación de enfermedades reumáticas y gotosas, en las perlesías y toda clase de espasmos; en las gastrodinias, pirosis, enfermedades cutáneas, fluxiones y en las refralgias reumáticas y calculosas". He de reconocer que, en mi supina ignorancia médica, me perdí a partir de las enfermedades reumáticas y gotosas.


La vida de Aureliano es la de un Indiana Jones de la Literatura. En la Biblioteca Colombina de Sevilla encontró un manuscrito de Cervantes datado en 1606, sobre un día de campo que el autor del Quijote había pasado en Sevilla. Era una eminencia a tal grado que los escritos pasaban por sus manos para autentificados. Cuenta la anécdota que el alcalde de Alcázar de San Juan envió una información, para que la contrastara nuestro protagonista, sobre la descabellada idea que indicaría que Cervantes nació en ese pueblo. Un listillo el alcalde.


Sea como fuere, Aureliano es otro de los grandes personajes históricos, a veces desconocidos para el público en general, que pasó y dejó huella en estas, nuestras queridas tierras del Alto Jalón.

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