UN TREN MUY ESPECIAL -ARCOS 1903-1904

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Aquella mañana del 16 de octubre de 1903, se respiraba un ambiente festivo en Arcos. Hacia las doce de la mañana, la estación estaba llena de gente a la espera de un ilustre viajero. Los andenes apenas podían contener el gentío, venido de toda la comarca. A las siete de la tarde del día anterior, un telegrama del gobernador informaba a la corporación municipal de la llegada del Rey Alfonso XIII, por ferrocarril, camino de Zaragoza, sobre las 12,40 horas.

Parece que era el primer paso de Alfonso XIII por el pueblo y los nervios eran evidentes. Gregorio Cid, el alcalde, convoca a la corporación municipal. Parece ser que debido al poco tiempo de que disponían se acordó salir en pleno a la estación para saludar a S.M, invitando a que salieran el juez, el fiscal, el cura, el maestro y maestra con los niños enarbolando la bandera nacional. Mientras el convoy llegaba a Sigüenza, en Arcos estaban con los ensayos de última hora.

Total que, llegada la hora, el tren llega a Arcos, donde para cinco minutos. Tiempo suficiente para que D. Gregorio, el alcalde, lea unas palabras de bienvenida: “El ayuntamiento, autoridades y vecindario de Arcos, a quienes represento como alcalde, con el corazón henchido de entusiasmo, tienen y tengo la alta honra de saludar a Su Majestad…”.

EL Rey agradeció las palabras de bienvenida, saludó a los presentes y preguntó por las cosas del pueblo, cosechas, clima, etc. Esta escena se convertirá en habitual durante los siguientes veinticinco años.

La composición habitual en aquella época estaba formada por un furgón en cabeza, un coche de primera sin comunicación con los coches reales, un coche salón, un coche comedor, un coche cama, dos coches de primera, un coche cocina y furgón de cola.

Seguimos con el tren parado en Arcos, pero antes un inciso curioso de lo que sucedió en Jadraque al paso del convoy real.

En Jadraque el pueblo y sus gentes muy bien. Pero los del tren “botijo” (así los llamaban, debido a los botijos que llevaban los viajeros para refrescarse), que venían de Zaragoza, tela marinera. Al enterarse del paso del convoy real, no se les ocurrió mejor homenaje que adornar con flores, plantas y todo lo que encontraron a su alcance su tren “botijo”, mientras estaban parados en Jadraque. No está muy claro si aquello era una muestra de júbilo monárquico, o una mani de repulsa republicana. Según cuenta Ramiro Mestre, célebre periodista de la época, peor era lo de los trenes botijo de Madrid a Alicante: “No habíamos llegado a la estación de Villaverde, cuenta Mestre, cuando los viajeros del coche 313 empezaron, con verdadero entusiasmo, por colocar clavos para improvisar perchas. Diez minutos después el coche se había convertido en una prendería, se colgaban camisolas, botijos, botas de vino…”. Vamos que llegados a Alicante el “botijo” debía tener más pinta de mercadillo, que de tren.

Después de habernos refrescado con tanto botijo, volvemos a Arcos, donde habíamos dejado a D. Alfonso.

La comitiva real se preparaba para partir en medio de un griterío de vivas al Rey, a su Augusta madre, a España, al Ejército, a la Guardia Civil, al Capitán General de Aragón, a Soria Numantina, ayuntamiento y vecindario. Llega el momento de partir y el vecino y veterano maquinista arcobrigense Sr. Miranda, se pone a los mandos de la locomotora. Pero como si de una metáfora de la vida se tratase, el tren no anda. Un problema en los frenos impide la salida. Pero nuestro veterano maquinista, pronto soluciona el problema. Así lo relata la prensa. No sabemos si Miranda “conduce" hasta Calatayud, la siguiente parada o hasta Zaragoza, donde llega sobre las cuatro de la tarde. Pero hubiese sido un “puntazo”, que un maquinista arcobrigense, entrase el Tren Real en una abarrotadísima estación de Zaragoza.

Durante los siguientes veinticinco años Alfonso XIII, siguió pasando por Arcos, preguntando a los alcaldes de turno por las cosechas y demás asuntos. Especial relación tuvo a través de estos viajes con el alcalde Gregorio Monje, todo un referente en la historia del pueblo, y el secretario Martin Torralba, al que distinguió en 1928, con la Orden del Merito Civil.                                                    

En 1904, Antonio Maura, presidente del Consejo de Ministros, convence a Alfonso XIII para viajar a Barcelona y afianzar la presencia del Estado en Cataluña. Aunque Barcelona era muy importante económicamente hablando, había muchas tensiones de todo tipo, como en el resto del país. La posibilidad de un atentado era muy real. La visita   se saldó con Maura acuchillado por un anarquista de 19 años, cerca de la Merced, sin consecuencias graves.

Los viajes a Barcelona, desde la capital, solían ser nocturnos. El ambiente crispado, y lo sucedido en Barcelona con Maura, hacen que se priorice la seguridad del monarca.

Así, como curiosidad en el viaje de regreso a Madrid de 1904, el tren se detiene en Arcos para que el monarca descanse. Dormir en aquellos trenes en movimiento debía ser misión imposible. Así, la noche del 5 al 6 de octubre de 1904, D. Alfonso durmió en Arcos, eso sí, en su tren, durante cuatro horas. Es evidente que Arcos daba cierta seguridad en aquellos tiempos convulsos. Años más tarde, en esas vías,  una conocida cantante filmaba un videoclip musical. Y es que en la estación de Arcos caben todos.

La historia de Alfonso XIII ya es de sobra conocida. Pero, ¿qué fue de aquel tren “especial”? En el enlace de abajo, al final, encontrará el lector, su triste final.


http://www.vferrer.net/trenes-especiales-y-ii

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