DE FIESTA CON “LA PEPA” - BUBIERCA 1820

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Bubierca (1)


A primeros de noviembre de 1820, el Diario Constitucional Político y Mercantil de Barcelona, se hacía eco de unas curiosas fiestas celebradas en Bubierca. Hacía ocho años que se había proclamado la primera Constitución en 1812 y los españoles percibían aires de libertad que sonaban a música celestial. Aunque solo duró dos años, hasta su derogación en Valencia en 1814, en marzo de 1820 se vuelve a aplicar de nuevo cuando se obliga al rey Fernando VII a jurarla.

En Bubierca había en la pared de la iglesia un rótulo que decía Plaza de la Constitución. El rótulo no debía tener muchos años, pero se entendía que debía ser algo más pomposo acorde con los nuevos tiempos. De hecho, unos meses antes, doce labradores cambiaron el nombre de la Plaza de San Francisco de Zaragoza por el de Plaza de la Constitución, y muchos diarios introducen el término constitucional en sus nombres. Son nuevos tiempos que requieren cambios sustanciales.

El teniente coronel de la provincia, D. Juan Ramón Gonzales, solicitó al Ayuntamiento de Bubierca la colocación de una lápida con “filetes" y clavos romanos y la leyenda Plaza de la Constitución. Se estipuló que la nueva lápida se colocase el 15 de octubre de 1820, con repique de campanas, tamborilero, salvas y vivas. A las cuatro de la tarde, llegó desde Alhama el Sr. Gonzales y una comitiva con la lápida, dando así comienzo a los festejos.

El día anterior, el Ayuntamiento convidó a todos los vecinos “visibles” para la función de la Iglesia y demás regocijos. Eso sí, con la amenaza de que el que no asistiese, sería tomado como enemigo de la Constitución. Vamos, poca broma con la fiesta. El ceremonial tenía su miga. Al día siguiente, en una comitiva camino de la Iglesia, un joven llevaba colgado al pecho el libro constitucional acompañado de doce más que “hacían una salva continua”. Sobre las dos de la tarde, “se principiaron a correr parejas lúcidas, tanto a pie, como a caballo, en burros con albardas monturas al revés, según costumbre inmemorial del pueblo”. Eso sí, después de las pruebas, justo premio a los vencedores: dos docenas de pollos, suponemos que a repartir. Al las cinco de la tarde se sirvió un magnífico refresco para los vecinos y forasteros en “las casas del alcalde”. Después de tanta carrera a pie, en burros o a caballo, un refrigerio nunca viene mal. También hubo baile, inaugurado por Doña Fermina Esterripa, que fue camarera de la Reina y personaje de gran calado en la comarca, sobre todo en Alhama, y el mosén Tomás González, clérigo del lugar de Cetina.

Al día siguiente, más regocijo y toros, y para terminar la fiesta, el estacazo final. Aprovechando la felicidad y jolgorio del personal, se llevó a cabo “un entusiasta alistamiento para la Milicia”, que en aquellos tiempos tan revueltos debía ser cosa seria y preocupante para los sufridos elegidos. Más de 100 en el caso que nos ocupa. Aquella Constitución se le conoció popularmente como "la Pepa", proclamada el 19 de marzo de 1812, día de San José. De hecho, el grito “Viva la Pepa”, se dice fue prohibido por el rey absolutista, por chocar con su ideal totalitario. Sea como fuere, los vecinos de Bubierca se lo pasaron en grande de fiesta con "la Pepa".


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