OTOÑO EN EL ALTO JALÓN: EN BUSCA DE SETAS

La semana pasada comenzamos la temporada poniéndonos las botas en Benamira. Como espero que sea durante todo este año, lo hicimos en ambos sentidos, pues nos dimos el paseo pero también el homenaje. La gente de Benamira nos agasajó con un ágape tras la inauguración de la recuperación que han hecho de los humedales del nacimiento del río Jalón. No exentos de polémica con algún vecino de Esteras y sin entrar en cuál es el verdadero sitio donde nace el río, bebemos de las fuentes oficiales y, pasando página, seguimos otra semana a pasearnos por los sitios y lugares que merece la pena que sean conocidos.

Y merecería mucho la pena conocer el lugar donde hoy vamos, pero no está permitido desvelar este secreto tan bien guardado. No hay en el Alto Jalón setero que te cuente el sitio exacto donde recoge sus tesoros más preciados y he tenido que prometer y jurar que ni en foto, ni en escrito, yo lo iba a desvelar. Tampoco el nombre de mi guía, que como si fuese un proscrito, se esconde cada vez que saco el móvil dispuesto a disparar. Casi no quería poner ni la navaja en la foto por si alguien lo podía adivinar... Así y todo, me ha contado un poco sobre esta sabiduría popular que es el arte de encontrar y recoger setas. Así que hoy #MePongoLasBotas en busca del comestible de otoño por excelencia del Alto Jalón.

En ambas vertientes de la comarca podemos recoger "más o menos las mismas", nos dice nuestro guía setero. Desde la más común, la de Chopo, hasta la generalmente más preciada por su sabor y textura, la de Cardo, podemos andar pisando si no nos fijamos, Senderuelas, Champiñones, Perrechicos, Pie Azules, Macrolepiotas, Níscalos, Negrillas, Patas de Periz y Boletus Amarillos. Y estas solo las comestibles, si os digo el resto, podéis alucinar... Con lo que alucino es con la capacidad para divisar setas de nuestro amigo, que nada más pisar en el prado ya ha visto un par de decenas brillar. Son casi todas de Cardo y las coge como si fueran oro para que luego, sin decoro, nos las comamos revueltas con huevo y gambas.

Lleva mucho sin llover y no es que encontremos muchas, pero el sitio es fetén y nos va a dar para cenar la parte que nos corresponde. Nos dicen que debemos contar que las setas se ponen en una cesta de mimbre, que tenga huecos por los que las esporas puedan esparcirse. También que deben cortarse y no ser arrancadas, pues así otro año crecen en el mismo lugar sin tener que andar tanto para encontrarlas. Obligaciones de los seteros que se cumplen y promueven para, año tras año, volver a los mismos sitios de nuevo a por su botín otoñal. Nos vamos a ir sin observar más que Seta de Cardo y algún Níscalo, a los que también llamamos Rebollones, pero es que es lo que hay por esta zona. Si nos hubiéramos ido a Judes, habríamos encontrado Champiñones. En La Mata, por ejemplo, el Pie Azul se puede ver. Las Macrolepiotas se encuentran bien en Miño. Pero... ¿Y los Boletus Amarillos?

El nombre me hacía creer que estarían tan ricos como los que se le echan al risotto, pero el experto nos dice que "nada que ver con el otro". Es "mediocre de comer", según nos cuenta nuestro amigo, pero tiene una historia y una contraindicación que retener en la memoria. Este hongo esponjoso, de ahí su denominación de boletus, al carecer de láminas bajo la copa, también se llama Boleto de Tinta, pues sus láminas se deterioran rápidamente formando un líquido negro que era usado por Napoleón para escribir sus mensajes. Nos dice nuestro guía, que no debemos beber si lo comemos, que luego duele la cabeza "mogollón", aunque nunca comprobaremos si es por la seta o por la cantidad de alcohol.

La semana que vienen volveremos a ponernos las botas buscando rincones, lugares y pueblos en los que honrar a nuestra memoria o promocionar que venga la gente a verlos. Si quieres, te guardo un hueco en mi mochila y el domingo que viene de nuevo aquí nos vemos. ¿Te espero? Hasta la semana que viene.