¿POR QUÉ NOS PONEMOS DE MAL HUMOR?

|

Cuantas veces nos hemos levantado, y de buena mañana, ya estamos de mal humor…

Pero, habitualmente, en cuanto nuestra mente se distrae, poco a poco va desapareciendo. Aunque hay personas que el mal humor puede durarles todo el día, semanas, años…

¿Cuál es el origen del mal humor? Desde luego tiene una relación muy estrecha con una de las emociones primarias, la ira. Pero también con procesos fisiológicos como la falta de sueño, cuando tenemos hambre, dolores, cambios hormonales, etc. Así que si lo primero que necesitamos hacer es identificar si el mal humor que tenemos tiene un origen físico o emocional. Si tiene un origen físico será mucho más sencillo gestionarlo.


Pero, ¿qué podemos hacer si tiene origen emocional?

Como el mal humor está relacionado con la ira y con sus tres dimensiones: Indignación, enfado y decepción; es imprescindible identificar con qué o con quien estamos enfadados, indignados (sentimiento de injusticia) o decepcionados, porque no se ha cumplido alguna de nuestras expectativas.

En algunas ocasiones, con quien estamos realmente enfadados es con nosotros mismos, aunque nos cueste reconocerlo. Y éste será el más peligroso de todos los procesos del mal humor si no lo identificamos y hacemos algo para frenarlo. De lo contrario nos castigaremos a nosotros mismos y seguramente alguien cercano (normalmente de máxima confianza) acabará “pagando las consecuencias” …

Esto no significa que no nos permitamos estar de mal humor o sentirnos en la obligación de estar siempre contentos. El mal humor es un síntoma de que hay algo que no estamos aceptando dentro de uno mismo o en el exterior.

Y es normal que durante un periodo de tiempo persista para tomar conciencia de que algo va mal y pasar a la acción, para encontrar soluciones. En pocas palabras el mal humor es sano cuando es temporal y el tiempo que tardemos en gestionarlo debe ser proporcional a la importancia de su origen. Cuando no lo es, se convierte en patológico y podemos caer en el mal humor crónico y obsesivo (con comportamientos de victimismo, negación de la realidad, egocentrismo, insatisfacción, frustración, etc.).


Así que ¡bienvenido sea el mal humor! porque nos está avisando de algo.

Los estudios más prestigiosos sobre las emociones, aseguran que cuando somos capaces de identificar el origen del mal humor, aceptar todo aquello que no depende de nosotros y pasar a la acción (en lo que si está dentro de nuestro radio de influencia), mejoran nuestras capacidades para afrontar los problemas, ya que nos ayuda a pensar con mayor claridad.

A partir de ahora, cuando aparezca el mal humor, para unos minutos y piensa en su origen. Identifica si hay algo que puedas hacer tú para cambiarlo y si no puedes, acéptalo cuanto antes y ¡a otra cosa!

De no ser así, te sentirás mal y tu autoestima también acabará resintiéndose. ¡No te maltrates!



Montse Martínez. Formadora y Máster en Psicoterapia e Inteligencia Emocional.

Comentarios