QUE ME PERDONEN EN EL ALTO JALÓN

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Cuesta sacar algo de tiempo desde las afueras de Jaroslaw, localidad donde María y yo tenemos nuestro centro de operaciones en Polonia, para seguir informándoos minuto a minuto de lo que sucede en nuestra comarca. A pesar de eso, intentaremos seguir haciéndolo con los "servicios mínimos", para cumplir siempre nuestro compromiso con todos vosotros. Seguro que vais a comprender que el contenido de estos días sea el que va a ser. Como contrapartida, estamos llevando directamente hasta los ciudadanos ucranianos desplazados por la guerra toda la ayuda solidaria que nos habéis confiado.


Llevamos ya 48 horas aquí, que nos han parecido una semana por la intensidad y crudeza de lo que estamos viviendo. La situación es compleja y difícil de describir. Nuestro objetivo de sacar personas de los centros de refugiados hacia otras ciudades está resultando complicado, pues nos hemos encontrado con otra realidad, que nos exige que cambiemos nuestros planes constantemente para adecuarlos a lo que en el terreno constatamos. Según nos vamos moviendo de un centro a otro, vamos viendo lo que la gente está necesitando. Ya conocemos personas que introducen ayuda a Ucrania para todos aquellos que esperan al otro lado de la frontera, con miedo a cruzarla por si no pueden volver jamás a su tierra. Estos son los más necesitados, los que duermen a la intemperie con temperaturas que rozan los -10ºC.


Ayer llenamos nuestra furgoneta de mantas, gorros y guantes para pasarlos al otro lado y hoy, hemos quedado con unos ucranianos que se juegan la vida para introducir medicamentos y vendas y curar de las heridas provocadas por los disparos despiadados de los milicianos, que no distinguen entre civiles y soldados. Hemos conocido a un grupo de Españoles con los que estamos colaborando, venidos desde diferentes ciudades, todos a nivel particular como nosotros, encargados de traer la solidaridad de sus paisanos. Trabajamos con un médico de Ciudad Real que lleva aquí dos semanas y nos ha presentado a las personas con las que podemos canalizar vuestras donaciones, convirtiéndolas en analgésicos, vendas y ropa de abrigo. Así es como estamos ayudando desde el Alto Jalón a los más perjudicados por este sinsentido de guerra que se está ya alargando demasiado.


Alhama de Aragón nos espera con una casa de acogida y todos los Servicios Sociales preparados para recibir a una familia. Ya tenemos varios contactos que trabajan en los centros de refugiados para encontrarnos a las personas adecuadas que se vengan a vivir a nuestro lado. Todavía no tenemos clara nuestra fecha de vuelta. Puede ser el miércoles, el jueves o el próximo sábado. Será cuando gastemos todo el dinero y nuestras fuerzas en ayudar en todo lo que podamos. Mientras tanto, alimentamos nuestras ya maltrechas fuerzas con vuestros mensajes de ánimo. No dejéis de mandarlos. María y yo estamos bien, nos cuidamos y estamos arropados por una comunidad de voluntarios de todos los países con los que nos relacionamos, trabajamos y coordinamos esfuerzos para ser lo más efectivos posibles sobre un terreno constantemente cambiante y siempre extraño. Nos movemos a escasos metros de la frontera pero a pesar de ello, por favor, no preocuparos. Aquí el único riesgo es morir de pena por lo que estamos contemplando. Volveremos relativamente pronto, aunque aquí, como os decía, los días son muy largos.


Os seguiremos día a día contando. La llama de nuestro Espíritu Alto Jalón amanece cada mañana con nuevas fuerzas para seguir ayudando en nombre de toda una comarca que se ha volcado con estos refugiados. Feliz semana altojaloneras y altojaloneros y gracias por permitirnos conseguir todo lo que estamos logrando. Nos vemos pronto en nuestra tierra. Mientras tanto, permaneced atentos a nuestras redes. Desde ahí, os seguiremos informando.





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