PODEMOS HACER COSAS PARA SOLUCIONAR LA DESPOBLACIÓN... Y NO LAS HACEMOS

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Por mucho que queramos hinchar las ruedas, por mucho aire que les metamos, si tienen un pinchazo va a ser imposible que consigamos retener el aire dentro sin que se escape a espuertas por otro lado. En el vehículo del mundo rural, tenemos las cuatro ruedas pinchadas y se deshincha la población por todas partes, mientras hacemos poco o nada realmente efectivo por solucionarlo. Nos pasamos la vida hablando sobre fiscalidad diferenciada, oportunidades laborales, atracción de industria, desarrollos turísticos y empresariales, teletrabajo, servicios médicos, transportes, brechas digitales... todo ello pensado en inflar las ruedas, pero por más que lo intentemos, la sangría seguirá siendo imparable si no arreglamos antes los desperfectos.


Antes de hablar de repoblación, deberíamos estar intentando frenar el éxodo que asola nuestras localidades. ¿Cómo conseguir que no se hunda un barco que está haciendo agua por todas partes? No es sencillo, pero podemos intentarlo haciendo primero un análisis y emprendiendo las acciones que podamos llevar a cabo por nosotros mismos, dentro de un plan orquestado y sin depender de nadie. Porque ¿creéis que van a tomar decisiones desde las ciudades para favorecernos a las zonas rurales? Nadie, y con esto me refiero a los políticos encargados de legislar y tomar decisiones para trabajar por el Reto Territorial, se ha puesto a analizar y atajar seriamente las razones por las que, hoy en día, seguimos perdiendo población y talento en el mundo rural. Se queda todo en promesas vacías y palabras pensadas para grandes titulares.


Está clara ya la influencia en la despoblación de la revolución industrial, la mecanización del campo, el atractivo de las luces de neón de la ciudad, la necesidad de salir fuera a estudiar, el estilo de vida consumista, así como la influencia de los medios, el cine y la literatura en la creencia (falsa) popular que dicta que en los pueblos no hay ninguna oportunidad y tenemos que irnos a la capital para hacer realidad nuestros sueños. Todo ello, como bien sabemos, ha provocado una pérdida de servicios asociada a la baja población, que ahora también nos pesa para poder recuperarnos. Pero, ¿nos hemos parado en el mundo rural a elaborar un plan para atajar uno por uno los problemas que están matando a nuestros pueblos, o lo estamos dejando esto al azar y a que otros hagan negocio de ello? Analicemos...


¿Es realmente la falta de oportunidades laborales el problema que causa la despoblación? Mi respuesta es no. Por supuesto que con más oportunidades laborales estaríamos mejor. Pero si analizamos nuestros pueblos, la tasa de paro es muy inferior a las de las ciudades y nuestras empresas se ven en verdaderos problemas para encontrar trabajadores entre nuestros habitantes, trayéndolos de fuera en muchos casos pero sin conseguir que la mayoría de ellos se conviertan en nuevos habitantes, ya que prefieren seguir viviendo en sus ciudades o en pueblos más grandes. ¿Por qué?


¿Qué pasaría si, de repente, pusieran una fábrica con trabajo para 300 personas en Arcos de Jalón, Ateca, Ariza o Medinaceli? A parte de que no hay tanta gente viviendo en la zona sin trabajo, ¿dónde metemos a los nuevos habitantes? En Alhama de Aragón ya hay un caso como este, el de Zalux. Más de la mitad de los empleados de esta fábrica de luminarias empeñada en generar trabajo en el Alto Jalón, acaban viviendo fuera de nuestra comarca. Calatayud y Zaragoza son las dos ciudades en las que residen la mayoría de sus trabajadores. ¿Por qué? En primer lugar, porque se ha tenido que buscar a muchos de estos empleados en la ciudad, pues no había gente suficiente en el pueblo que quisiera trabajar. ¿Por qué estos empleados se quedan viviendo en la ciudad, desde donde tienen que hacer un viaje de ida y vuelta perdiendo dos horas diarias en transporte?... En segundo lugar, muchos de los que han sido contratados en la propia Alhama de Aragón, también se acaban yendo a vivir a Calatayud o Zaragoza en busca de... ¿de qué?.


Pues, tal y como ocurre con los médicos de nuestros Centros de Salud, o los profesores de nuestros institutos y colegios, se van (o no se quedan a vivir aquí) en busca de alquileres asequibles y de hogares mejor acondicionados. Se van porque la vivienda en el mundo rural es un bien escaso y un problema que nadie se pone a solucionar a pesar de que con este sí que podemos. No hay vivienda de alquiler municipal y los propietarios de inmuebles en el pueblo prefieren cerrar a cal y canto sus casas antes que alquilarlas, ya que generalmente no necesitan el dinero, algo que encarece el precio de lo poco que hay disponible. Da pena pasear por cualquier pueblo y ver, persiana tras persiana, todas bajadas sin abrirse ni un segundo al año. Bloques enteros vacíos, con dueño pero sin inquilino. Si a eso le añadimos un parque inmobiliario de baja calidad, con viviendas sin calefacción, malos cerramientos, y en condiciones deplorables en muchos casos... Es normal que nos vayamos a otros lugares donde los precios son los mismos, como mucho un poquito más caros, pero donde los inmuebles están mucho mejor acondicionados. 


"Es que antes el médico y el profesor se quedaban a vivir en el pueblo", oigo quejarse a muchos Ayuntamientos. "El teletrabajo no ha traído a casi nadie que se quede en el pueblo", se lamentan en muchos fueros de nuestros pueblos. ¿Se arreglaría esto si algún consistorio decidiera introducir en el mercado de alquiler unas cuantas viviendas "en condiciones"? ¿Quizá también ayudaría a introducir vivienda en el mercado establecer ciertas penalizaciones impositivas por tener una casa cerrada a cal y canto? La vivienda es un bien de primera necesidad y está reconocido en la Constitución como un derecho que tenemos por ser españoles. Quizá podríamos protegerlo... No podemos obligar a nadie a alquilar, aunque tenga diez pisos cerrados y esté ayudando con ello a despoblarnos, pero si le va a costar dinero, quizá así estemos "invitando" a alguno a animar el mercado inmobiliario. Pensemos en ello. Pensemos en poner en marcha las soluciones que tenemos en la mano y no solamente en quejarnos de que desde la ciudad, los políticos no deciden darnos una mejor fiscalidad o no quitarnos un médico.

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