Parece que a la hora de morir todo son ventajas. Si mueres muy joven, durante tu entierro, dirán: ha muerto como los elegidos de los dioses, ha saboreado lo mejor de la vida no ha tenido que soportar las miserias de la vejez. Si mueres muy viejo, dirán: ha gozado de buena salud se ha ido al otro mundo lleno de experiencia, rodeado de hijos y nietos, ha tenido muchas vivencias, ¿ que más puede pedir?. Si mueres de repente, de sincope o de infarto, dirán: no ha sufrido, no se ha enterado de nada, ya me gustaría a mí. Si mueres al final de una larga y cruel enfermedad, dirán: por fin ha descansado.
Y encima, aunque en vida hayas sido una mala persona, un aburrido y un mediocre, la familia y los amigos, incluso el cura, que ni siquiera te conocía, en el funeral te colmaran de elogios y, sin duda, habrá alguien que diga: siempre se van los mejores y, a ti te convierten en uno de ellos. Todas estas líneas no son una invitación a abandonar cuanto antes este perro mundo.
Vamos a estar tanto tiempo muertos que no hay que precipitarse. Pero si eres alguien que ha triunfado en la vida y quieres pasar a la posteridad es aconsejable que mueras de los primeros de tu generación, puesto que tu memoria solo perdurara mientras que tus colegas y familiares cuenten anécdotas de tu vida en las mesas y en las barras de los bares.
El espacio infinito del olvido comienza cuando se extingue el ultimo de los que te quieren y recuerdan. Si la vida fuera una inagotable sobremesa, la vejez seria ese humeante carajillo, a ser posible de anís, acompañado de un chupito de ron, algo dulce y luego algo seco, si invita la casa o los amigos miel sobre hojuelas.
Cada edad tiene sus cartas y, siempre en cada tiempo hay una baza ganadora, solo hay que saber jugarlas, sino lo haces o las juegas mal, pierdes todas las manos y la partida se hace larga y aburrida. Cae el tiempo sobre tu vida, mucho o poco y, al final lo peor es vivir y , que alguien al verte en la calle, diga:
¿ Pero este sigue vivo todavía?
Parafraseando a Machado, mi infancia son recuerdos... pero en mi caso, de un conejo al ajillo. Suena un poco "a menos" que el patio de Sevilla del poeta, pero jope qué maravilla el sabor de este plato familiar conservado en mi memoria desde que era niña. (leer más)
JALON
NOTICIAS.ES
Comentarios