INTELIGENCIA EMOCIONAL ARTIFICIAL

|

Cuando recordamos que la Inteligencia Emocional es la capacidad que tenemos los humanos de identificar las emociones, de gestionarlas y de generar motivación en nosotros mismos y en los demás, comprendemos la complejidad que supone desarrollar dicha inteligencia. Sobre todo, cuando no la estamos entrenando desde niños.


Y es que el mundo de las emociones es parte de la complejidad del ser humano. Sin embargo, cuando todavía estamos intentando desarrollar este tipo de inteligencia, estamos oyendo hablar mucho de la Inteligencia Emocional Artificial. Lo que supone un paso más allá de la Inteligencia Artificial, en relación con las personas. Un paso que ya están dando las compañías que lideran la Inteligencia Artificial en todo el mundo (Microsoft, Gartner, Affectiva, Samart Eye, etc.)


Entonces, surge la pregunta ¿por qué invierten tantos recursos y dinero en la parte emocional? ¿qué beneficios o aplicaciones esperan conseguir?


En primer lugar, porque tiene importantes repercusiones en las ventas y en la experiencia del cliente: reconocer e interpretar cómo interactuamos las personas y cómo influye nuestro estado emocional en esta interacción con algunos contenidos, productos, servicios, etc., es fundamental para poder aumentar el impulso del consumo.


Además, con el desarrollo de la Inteligencia Artificial Emocional, los robots alcanzarían cualidades más “humanas” y se favorecería una mejor relación hombre-máquina, de forma cotidiana. Incluso, se supone, que podrían ayudarnos a tomar mejores decisiones, ya que la capacidad del ser humano de ser consciente de ciertos aspectos es más limitada que (en teoría) la Inteligencia Artificial Emocional.


Entenderemos ahora porqué la empresa Gartner, ha manifestado que antes del 2025 la Inteligencia Artificial será una prioridad a la hora de decidir cómo hacer inversiones


Pero, además, la Inteligencia Artificial Emocional también se puede aplicar a la identificación de la alteración emocional de una persona en el ámbito de la medicina, o para anticipar posibles comportamientos, incluso para inducir estados de ánimo que nos haga ser más receptivos en diferentes situaciones.


En definitiva, un gran avance de la Inteligencia Artificial Emocional, supondría que las máquinas podrían saber en todo momento lo que sentimos sobre cualquier tema o aspecto (muy por encima de lo que puede hacer el ser humano). Es decir, no podríamos ocultar nuestros sentimientos ni emociones, mermando la libertad de decidir si manifestar nuestros sentimientos o no.


Y si le añadimos que, esta tecnología también podría inducirnos a los estados de ánimo que la máquina o su propietario considere oportuno, sin ser conscientes de ello, aparece una sensación de vértigo muy intensa. Poque si bien, la Inteligencia Artificial Emocional nos puede aportar grandes beneficios, mal utilizada podría acabar con nuestra intimidad y con la libertad del ser humano, para convertirnos en simples marionetas…




¿Realmente queremos esto? Tal vez ya sea tarde hasta para contestar a esta pregunta…




Montse Martínez. Formadora y Máster en Psicoterapia e Inteligencia Emocional.

Comentarios