LEER EN VOZ ALTA AL TERRITORIO: EL DÍA DEL LIBRO EN EL ALTO JALÓN

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Du00eda del libro


En un rincón donde el tren pasa más veces en la memoria que en la vía, y donde las calles conservan nombres que ya no aparecen en los mapas, leer es más que una actividad: es un acto de resistencia. Este 23 de abril, Día del Libro, el Alto Jalón celebra con humildad —pero también con orgullo— el papel que la literatura y la lectura desempeñan en nuestras comunidades rurales. Porque aquí, en esta comarca que muchos solo conocen desde el retrovisor, leer (y escribir) no es una moda ni un pasatiempo: es una forma de habitar, comprender, preservar, promocionar... y también de derribar estereotipos para ayudar al desarrollo del mundo rural.


Durante años, las historias ambientadas en pueblos fueron relegadas a un segundo plano, como si el campo solo sirviera para pastar y no para pensar. Las grandes editoriales, obsesionadas con el vértigo urbano, olvidaron que también hay drama en una taberna de Ariza, intriga en un caserón de Monreal o poesía en los muros de adobe de Deza. Hoy, sin embargo, algo está cambiando. Autores locales y foráneos están redescubriendo el potencial literario del mundo rural. Y el Alto Jalón se cuela, cada vez más, en sus páginas.


De Sanromán a De Benito: nombres con tierra en las manos

Sanroman


José Sanromán, veterano del thriller con sensibilidad telúrica, ha ambientado varias de sus novelas en Monreal de Ariza y Torrijo de la Cañada. El misterio, la intriga, el crimen: todo eso cabe en los meandros del Jalón. No hace falta Nueva York si tienes niebla en el puente y una campana que suena cuando no debe. Por su parte, José Manuel Lechado, historiador riguroso y novelista brillante, ha buceado en las raíces del territorio para sacar a la luz episodios olvidados, con un estilo que mezcla rigor histórico y ritmo novelístico, y un personaje, Moisés el Cetinero, que nos lleva con su nombre a viajar por todo el mundo.


Clara Sanz, reciente incorporación como novelista, ha comenzado a aportar su mirada fresca y comprometida, sumándose al coro de voces que narran la vida rural con autenticidad con su novela 'Todas las flores que olvidamos'. Hoy más que nunca será su día, pues entre un libro y una flor se mueve la sintonía casi sonando de fondo Nino Bravo y su canción (perdóneme Sanromán por esta incursión torpe en la sonorización literaria que él tan bien maneja en sus novelas). Algo que también hace Noemi Risco en 'Las lechuzas no son lo que parecen', donde además de tener a disposición del lector la Banda Sonora del libro, el mundo rural y el choque con el urbano son el telón de fondo de una historia en la que el pueblo se aleja también de los viejos estereotipos literarios que tanto se está trabajando en cambiar.


Y qué decir del incansable Antonio de Benito, premiado con el Jalón de Plata de Cultura 2023. Este es otro nombre propio que han hecho del Alto Jalón no solo su escenario, sino su personaje. De Benito, además, ha sido piedra angular en la promoción de la lectura entre los más jóvenes. Con más de 300 libros publicados, muchos de ellos dedicados al público infantil, ha sabido traducir el patrimonio local en narrativas accesibles y entrañables. ¿Quién dijo que los castillos y los dragones solo existen en Escocia o en Disney?


En una línea más académia, trabajando en preservar nuestro patrimonio local, no podemos obviar a cronistas oficiales y oficiosos de nuestras villas. Prolífico trabajo y creación de personas como Carlos de la Casa y José Antonio Martín de Marco (Medinaceli), Antonio Ruiz (Monteagudo de las Vicarías), Joaquín Ibáñez (Cetina), Jorge Antón y sus artículos sobre Alhama de Aragón, o Jorge Mariscal y sus volúmenes de Memorias de Embid de Ariza, o incluso el trabajo de Alberto Gonzalo, arqueólogo de Monteagudo de las Vicarías, con su reciente 'Guía de Arcóbriga, el Alto Jalón: La Ruta de Cerralbo'.


Hernán ruiz


No nos queremos olvidar tampoco de escritores como Hernán Ruiz (Javier Hernández Ruiz), que trabaja en la doble vertiente de la promoción a nivel turístico del patrimonio eco-cultural de la Celtiberia, con trabajos tan celebrados como la 'Guía Turística de la Celtiberia'; y de la creación literaria contextualizada en nuestro territorio y su historia, de lo que su reciente éxito 'Relatos de la Celtiberia', es un fiel reflejo. Un trabajo que completa con su programa semanal en Alto Jalón Radio, 'La Ruta de la Celtiberia'.


Bibliotecas, bibliobuses y otros milagros rurales

Frente al mito de que la lieratura es un lujo urbano, el Alto Jalón demuestra que también se puede leer y escribir desde una plaza empedrada o un autobús aparcado junto al consultorio. Las bibliotecas municipales, los centros escolares y, especialmente en el caso de la vertiente soriana, los bibliobuses de la Diputación de Soria, han sostenido una red cultural básica. Vehículos que llegan donde no llega la fibra, cargados de libros, de historias y, sobre todo, de oportunidad. Porque en un pueblo donde no hay librería, y a veces ni siquiera tienda, el bibliobús es la librería semanal, gratuita y sin algoritmos.


Y no todo es idílico: también hay sombras. Lo ocurrido con la biblioteca del IES Zaurín de Ateca, cerrada unilateralmente durante semanas tras un conflicto institucional, es un ejemplo de cómo la cultura puede quedar atrapada en batallas administrativas. Afortunadamente, la comunidad educativa y vecinal ha respondido con compromiso, y el espacio ha sido recuperado.


Casa de escritores de cihuela


En este ecosistema literario, destaca también La Casa de Cihuela, una residencia para escritores ubicada en el pequeño pueblo soriano de Cihuela. Fundada por el editor Álex Herrero, esta iniciativa privada ofrece un espacio de retiro para escritores, editores y periodistas que buscan inspiración lejos del bullicio urbano. Con más de 300 metros cuadrados distribuidos en tres casas fusionadas, cuenta con habitaciones, salas de trabajo, comedor-biblioteca y vistas al antiguo castillo y la iglesia del pueblo.


La Casa de Cihuela no solo proporciona un entorno propicio para la creación literaria, sino que también rompe el estigma de que en los pueblos no hay cultura. Herrero ha señalado que "no es verdad que en los pueblos no haya cultura o que solo se trabajen aspectos del campo. Nos hemos encontrado con vecinos que escriben, que pintan, que esculpen, que diseñan y todo esto es maravilloso". Seguro que gracias a esto pronto veremos muchas más novelas ambientadas en nuestro entorno y reflejando fielmente la realidad de un mundo rural lleno de luces, frente a las sombras tradicionales de calles vacías, ecos olvidados y "milanas bonitas".


Fundaciones, clubes y mujeres que leen en voz alta

En este mismo campo de la promoción literaria como vehículo de la dinamización rural, la Fundación DEARTE, con base en el Palacio Ducal de Medinaceli y gestora cultural también del Castillo de Monteagudo, está a punto de abrir un nuevo espacio literario y artísitco en la localidad rayana, ampliando así su apuesta por la cultura rural de base. Porque sí, las piedras hablan, pero es mejor si alguien les pone letra.


Amazon.es: Ana Garralón: libros, biografía, última actualización

Allí mismo, en Monteagudo, Ana Garralón, Premio Nacional de Fomento a la Lectura 2016, trabaja en proyectos que combinan infancia, territorio y palabra escrita. Y si hablamos de mujeres que trabajan en nuestro territorio por la promoción de la lectura, Alejandra Esteban, desde Ibdes, lidera un club de lectura intergeneracional y conduce el programa radiofónico “¿Te cuento un cuento?” en Alto Jalón Radio. Cada semana, con voz clara y pausada, la periodista ibdense nos acerca libros, cuentos y reflexiones a hogares de altojaloneros y altojaloneras por todo el mundo a través de las ondas digitales de la radio.


Premio Alejandra Esteban


Leer es resistir. Leer es quedarse. Leer es crecer.

Este Día del Libro deberíamos celebrar menos el gesto de comprar un ejemplar envuelto en celofán y más el de abrir uno ya leído y comentarlo con un vecino. Celebrar que, en el Alto Jalón, se lee en comunidad, con lentitud, con pasión y sin postureo. Que aún quedan niños que descubren a Gloria Fuertes gracias a una maestra valiente, o adolescentes que se atreven con Delibes porque habla de lo que ven desde su ventana.


Aquí, leer no es una forma de escapar. Es una forma de quedarse.


Y si, como decía Galeano, mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo, quizá muchas lectoras y lectores rurales, con libros humildes, en pueblos que no salen en Google Maps al primer vistazo, pueden cambiar también el relato del país. O al menos escribirlo de nuevo para que refleje la realidad del mundo rural y no el viejo estereotipo del que estamos ya tan lejos y merecemos escapar.

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