OTIS REDDING – “(SITTIN’ ON) THE DOCK OF THE BAY”

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Hola hola SINFONOLERS, pulsad al play y ya tenéis en la cabeza, para un ratito, esta parte final de la canción que hoy nos ocupa, dale, dale…




¿En cuántos paseos relajados, montando en bicicleta o realizando alguna actividad agradable os acompañó este pegajosa melodia? Se mete en la cabeza y es difícil  sacarla en un buen rato. Este silbido  es la parte final del tema que vamos a analizar hoy. Creo que no me equivoco si digo que es lo más reconocible del “Sittin on the dock of the bay”. Este silbido, tiene intrínseca una dramática historia que el destino tenía guardado para esta canción y que ahora, por partes,  vamos a ir desgranado. Os  presento, si por casualidad alguien no lo conocía, a uno de sus compositores e intérprete, el reconocido como rey del Soul, Otis Redding.


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En 1967, Otis Redding y su banda ya habían tenido un gran año en lo que a lo profesional se refiere, siendo la cumbre su triunfo absoluto en el festival de Monterrey, donde compartió cartel con un elenco de estrellas que, trayéndolo a nuestro siglo, estaría a un nivel igual o superior al mejor de los festivales que conozcáis ya sea: FIB, Sonarama, Primavera Sound o similar. Se cuenta en los mentideros de la época que la versión que se clavó Otis y su banda en este festival del Satisfaction de 'los Rolling' superó con mucho a la original. Que no me cuelguen los fans de 'los Rolling' que no lo he dicho yo , lo decían por ahí algunos…  ¡Dios me libre de meterme en semejante jardín!  Ahí tenéis el video y sacad vuestras conclusiones, yo no digo na de na, (darlo todo, lo dan, eso es indiscutible). 





Como apunte sobre este particular, el mismo Mick Jagger en declaraciones, afirmó que nadie había hecho una versión tan maravillosa del 'Satisfaction'.

Y aquí el cartel de dicho evento, casi nada lo del ojo!!! Vaya cartel por 2,5 dólares la entrada más barata.

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Después de esta vorágine de actuaciones y para recuperarse de una operación de pólipos, Mr. Readding se refugia en una casita flotante en la bahía de San francisco, donde, como dice el comienzo de la canción, se dedica a "mirar entrar los barcos y  cómo se alejan de nuevo"; la letra nos habla de una persona que ha recorrido un largo camino desde Georgia a California,  buscando mejorar su vida para darse cuenta de que se conformaba con estar sobre un muelle con el único placer de ver los barcos ir y venir.


Otis casi terminó de grabar el tema el 8 de diciembre del 67, al final de la sesión de grabación Otis y su co-guionista, Steve Cropper, estuvieron intentando buscar una letra para poner fin a la canción, así que Otis hizo el silbido, a modo de relleno, hasta que pudiera regresar de sus compromisos y diesen con la frase final para sustituirlo. Eso, por supuesto, nunca sucedió, y el conmovedor silbido de Otis se mantuvo en la grabación para simpre. El 10 de diciembre, dos días más tarde de haber dejado grabada la canción, el avión en el que viajaba él y su banda tras un concierto en Wisconsin se estrelló en las congeladas aguas del lago Monona, falleciendo Otis Redding, con 26 años, y otros dos componentes de la banda, con menos de 20 años ambos.


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Estado del avión privado en el que falleció Otis Redding y parte de su banda.


La compañía discográfica, con esa humanidad que aflora cuando Don dinero se cruza por medio, aceleró la producción final de "El muelle de la bahía". Para amortizar la muerte de Otis y aprovecharse de este terrible accidente, y así aumentar las ventas, se añadieron deprisa y corriendo el sonido de las gaviotas y las olas que Otis había comentado querer incluir cuando pudiesen finalizar el tema y, por su puesto, decidieron dejar el silbido para no demorar la salida del disco. Cuando fue puesto a la venta, a principios de 1968, aun no se había encontrado el cuerpo de Otis y, efectivamente, como la compañía de discos supuso, se catapultó a la cima de las listas, siendo el primer número uno de Otis y el primer número uno que algún artista conseguía póstumamente hasta la fecha.


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Momento de rescate del cuerpo de Otis Redding


Al final lo que parece quedar claro de toda esto es que la vida no es más que una sucesión de azares. Nos volvemos locos  en intentar tener todo bajo control, cuando al final las cosas pasan por puro capricho estadístico, ¿que habría sido de este silbido si no hubiesen sucedido así los acontecimientos?, nunca lo sabremos…, el destino ya tenía escrito el final para esta canción.

Sabiendo ahora todo esto, ¿te apetece escuchar la canción Dock of the Bay de Otis Redding? Aquí te la dejo… que la disfrutéis.

Feliz semana SINFONOLERS!!!






   NINO BRAVO-LIBRE
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