SCHINDLER, EL MÚSICO - ARBUJUELO Y LAYNA 1930.

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La llegada de un forastero a un pueblo pequeño siempre despierta curiosidad, pero la llegada de un músico y folclorista a Layna y Arbujuelo no era una visita al uso. Tal es así, que el gobernador de la provincia D. Luis Posada hizo insertar en el Boletín Oficial de Soria, con fecha 11 de agosto de 1930, la siguiente circular: “Habiendo llegado a esta provincia, con objeto de recoger las canciones populares y poder publicar en su día un cancionero soriano, el eminente músico norteamericano Kurt Schindler ferviente hispanista…”. Después de presentar al músico, prosigue el señor gobernador “…ruego a los señores alcaldes de esta provincia presten a tan ilustre huésped cuantas facilidades sean precisas para que lleve a cabo su labor, relacionándose principalmente con las personas más ancianas, que son las sabedores de romances y canciones”.

Vamos que los vecinos sobre todo los mayores, tenían que contarle y cantarle las canciones que se habían transmitido de padres a hijos durante generaciones.

Kurt, había nacido en Berlín el 17 de febrero de 1882, de familia judía, era hijo de un banquero. Fue entre otros muchos cargos, auxiliar de dirección de la Opera de Stuttgart. En 1905, el cajero del banco de la familia se fugó a Chile con el dinero, lo que provocó la bancarrota y suicidio de los padres de Kurt. Emigró a Estados Unidos, donde fue asistente como director de coro en la Opera Metropolitana de Nueva York.

Schindler era un hombre acostumbrado a codearse con las élites neoyorquinas y ahora llegaba a Soria, a escuchar las canciones y romances, que nuestras abuelas recogieron de sus padres. Aquel músico de “figura elevada y amable, de mirada penetrante y simpático”, no solo tomaba notas, entonaba las canciones y las grababa en discos de aluminio. El material para grabar podía pesar más de un centenar de kilos, y estaba compuesto por: “Una máquina para grabar, una batería de pilas eléctricas, para trabajar en pueblos sin electricidad, un micrófono, un altavoz y una caja con discos vírgenes”. Y ahora querido lector, ponemos todo esto en Layna, o Arbujuelo. Las abuelas cantando, unos artilugios de película, y un tipo tomando notas y entonando. A la vez que los hombres, que no cantan, contemplan con sonrisa socarrona aquel espectáculo.

Pero entremos en materia, con las cantantes. En Layna, el compositor escuchó algunos cantares y el romance de la Cristiana Cautiva y el de la Blanca Rosa. Parece que fue Consuelo García (la hija del médico), la cantante. En Jubera, Polonia Amo de 56 años. En Santa María de Huerta, Emilia del Barrio (“muchacha"). Pero las mujeres de Arbujuelo se llevaron la palma, en cuanto al cante se refiere. Quiteria Ibáñez, de 34 años, Francisca Pérez de 10 años, María Barbero de 13 años, Agapita Pascual Benito de 70 años, y Victoriana Ramos, de Fuencaliente, pero que vivía Arbujuelo.

¿Pero como sabemos los nombres de las personas, que cantaron para Kurt, durante su estancia en aquel verano de 1930, por tierras sorianas?

En 1916, la Universidad de Columbia, invita a Federico de Onís, catedrático de la Universidad de Salamanca para que se haga cargo como profesor de literatura española, en la universidad americana. Fue durante casi cuarenta años un referente de la cultura española en Estados Unidos. Federico fundará en 1920, el Instituto de las Españas o Instituto Hispánico. Además, fue miembro de la Hispanic Society y amigo y valedor de Kurt.

Es aquí, en el Instituto Hispánico de Nueva York, donde en 2004, se encuentra una fotocopia de las notas mecanografiadas por Schindler, para el cancionero. Y es aquí donde aparecen nuestras queridas cantantes de Layna, Arbujuelo, etc., con nombres y edad.

En una de las cartas de Schindler a un amigo decía:” …podemos estar seguros de que, en los próximos diez años, toda esta riqueza musical quedará extinguida, puesto que ahora mismo (1930-1935), solamente los viejos de más de sesenta años recuerdan estas melodías tradicionales”

En 1941, se publicó en Nueva York el cancionero soriano, como parte del “Folk-Music and Poetry of Spain and Portugal”.

Los discos grabados por Schindler solo podían reproducirse con un único modelo, que quedó inutilizado en Madrid. Así los discos que han podido digitalizar son las copias de los discos guardados en la Universidad de Columbia. Aunque sobre el paradero de los discos circulan historias diferentes.

Esperemos que algún día podamos volver a oír a esas abuelitas de Layna y Arbujuelo, cantar esas canciones, que, de no ser por Kurt Schindler, hoy habrían desaparecido, como parte del rico patrimonio cultural de nuestras tierras.

Kurt Schindler murió en Nueva York el 16 de noviembre de 1935.

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