JORGE MARISCAL: "EMBID PODRÍA TENER UN PROYECTO DE TURISMO RESPONSABLE ALUCINANTE"

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Son muchos los que este martes han echado de menos en las páginas de El Alto Jalón a Jorge Mariscal y su sección quincenal 'Memorias de Embid de Ariza'. Después de una veintena de artículos de profunda y rigurosa investigación, va a tomarse un descanso de su labor de difusión de la riqueza histórico-cultural de Embid de Ariza, para centrarse en la documentación y "recoger nuevos temas, aunque ya tengo una tanda de diez preparada para la vuelta", nos cuenta desde su casa de Santoña (Cantabria), donde permanece ligado al mundo rural con su trabajo en 'Granja Santa Ana', una explotación lechera de ganadería extensiva y sostenible, desde la que está desarrollando el proyecto de De Granja en Granja, interconectando a productores similares y promocionando su consumo a través del programa 'Come Cantabria local'.





Ingeniero Agrícola, Jorge se marchó hace 12 años a Cantabria "a coger el testigo de mi familia política en la granja". Desde allí, ha creado todo un entramado, con una treintena de granjas sostenibles cántabras con las que hacen labores de promoción del producto y el consumo local, elaboran y mantienen vivas recetas tradicionales de productos derivados de la leche y realizan formaciones para poner en valor su modelo productivo. "La unión con el mundo rural a través de Embid me ha provocado tener estas inquietudes", nos cuenta. Esto ya se dejó ver mientras estudiaba la carrera, en La Almunia de Doña Godina, cuando "creé una asociación, el Centro de Estudios Rurales, en los que me dedicaba a hacer temas de formación relacionada con la ecología, tradición y sostenibilidad en el campo", explica Mariscal, que participó en la creación de SlowFood en Zaragoza.





"A parte de la granja, tenemos una parte de negocio turístico, con tres casitas rurales", nos cuenta Jorge desde su finca enclavada en el paraje declarado Parque Natural de las Marismas de Santoña. Allí, además del alojamiento, prepara unos talleres de producción de quesos, sobaos y mantequilla en sus instalaciones, así como visitas a la explotación ganadera. "Les hacemos sentirse gente de pueblo", explica convencido de que "esto se podría hacer en Embid" y apunta que "yo los cursos los tengo llenos todos los fines de semana y no hay muchos pueblos bonitos y diferentes como Embid... Además, tienes una autovía gratuita desde Madrid o Zaragoza". De hecho, nos explica su experiencia reciente: "Estamos rehabilitando nuestra casa de Embid, y buscando alojamiento para quedarnos mientras la arreglamos, nos hemos dado cuenta de que no hay nada en toda la zona. O te vas a los balnearios, o no hay nada... La oportunidad de negocio existe". 


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El taller de Jorge Mariscal en Granja Santa Ana


"Embid podría tener un proyecto de turismo responsable alucinante", nos cuenta Jorge, conocedor del mundo del turismo rural. Sin embargo nos explica que "aquí hay un panorama muy distinto a Embid", y nos apunta que aunque "las necesidades del mundo rural son las mismas en todas partes, las limitaciones del desarrollo son siempre las mismas, las administrativas". Preocupado por la acuciante situación de despoblación en la que se encuentra su pueblo y por sus posibilidades de desarrollo, nos recuerda que "en Embid hay colegio a diez minutos, un hospital a quince, fibra óptica... no es cuestión de estar lejos de los servicios sino de que si quiero montar algo en el pueblo, me topo con la administración, y ahí, si no están por la labor...", mientras solicita que "tiene que haber oposición en el Ayuntamiento".


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"Alrededor de la despoblación se genera mucho negocio", denuncia Jorge poniendo como ejemplo que "en la Casa de la Vega nos van a poner una torre de alta tenión por dos duros y van a hacer un destrozo arqueológico importante". Ante esto, nos cuenta que "la obligación del Ayuntamiento, que era informar a los vecinos, o no lo ha hecho, o si lo ha hecho, ha sido de aquellas maneras". Sorprendido con que "en la carta arqueológica de Aragón aparece la zona como villa romana y puedan hacer esto", advierte que "si nos ponen estos proyectos, será como borrar de un plumazo nuestra historia. Hay pueblos mucho más desérticos que no tienen nada y no se permiten este tipo de cosas, y aquí si. Todo son intereses económicos".



La relación con Embid de Ariza le viene por parte de padre. "Me pasaba todo el verano en Embid. Nada más acabaer el colegio...", señala nostálgico de sus meses veraniegos en el Alto Jalón. Precisamente fue la pérdida de ese nexo de unión, tras la muerte de su padre en 2001, lo que introdujo en su labor de investigación de la historia de su pueblo paterno. "Mi padre al jubilarse empiezó a leer e investigar para hacer su árbol genealógico. Comenzó a visitar las iglesias y los pueblos de alrededor, los archivos...", indica Jorge, que retomó el trabajo de su padre hace ya 20 años, gracias a lo que "descubro todo lo que estamos mostrando en el periódico".


El pequeño de tres hermanos, explica que tras la muerte de su padre "ni mis hermanos Juan y Víctor, ni yo, fuimos al pueblo durante un tiempo". Con la vuelta a sus raíces, en 2017 heredó la casa de su familia, el antiguo molino del pueblo, del que nos confiesa que "antes no era consciente de lo antiguo que es, pero hemos conseguido llegar hasta el año 1.500". Y es que la historia de Embid de Ariza es muy rica. "El hecho de que esté en la raya da mucho juego", explica Jorge mientras añade que "nunca me habría imaginado que podía haber tanta historia en el pueblo. Ya solo en los últimos dos siglos hay tal número noticias en los recortes de prensa...".


Jorge Mariscal quiere dejar tranquilos a los amantes de su sección y nos avanza que "quedan muchas más historias. Además de las diez que tengo preparadas, hay muchos otros temas más que tenemos que investigar. Con la invasión francesa hay cosas ahí seguro. Están las Guerras Carlistas...". Por ello, pretende seguir con su labor, de la que destaca que "está sirviendo para generar de nuevo arraigo en la gente del pueblo", algo que en los últimos años "se había perdido y no ayudan nada cuestiones como que se haya cerrado el bar, que para dormir en el albergue haya que alquilarlo entero o que se les cerrase el local a la Asociación Santa Quiteria", se lamenta.

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